_
_
_
_
_
Tribuna:LA REFORMA DE LA PUERTA DEL SOL
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Una gratificante polémica

La reciente construcción del ornato y diseño de la Puerta del Sol, según proyecto patrocinado por el Ayuntamiento, ha despertado una polémica que es gratificante para nosotros, los profesionales de la arquitectura, y esto porque parece que, al menos una vez, el diseño de la ciudad preocupa e interesa, y no sólo en los sectores de opinión en que siempre se han desenvuelto estos asuntos: los cenáculos de profesionales, las tendencias y capillas de diseñadores, etcétera.Afortunadamente, en esta ocasión, el discurso del conflicto no corresponde a las tradicionales banderías del sector: posmodernos, comprometidos, sociologistas, etcétera. Esta vez el argumento fundamental es que, en opinión popular, "las farolas no gustan", o "no tienen que ver con la historia de Madrid".

No es intención nuestra polemizar en torno al objeto farola o al diseño de¡ espacio público (particularmente diremos que nos parece un buen diseño, una correcta ejecución y una sabia adaptación al entorno, y además... nos gusta). Lo que entendemos importante manifestar es cómo el hecho de que esta polémica se haya producido es importante, porque con ella lo que se manifiesta, y así se dice, es que el Ayuntamiento de Madrid s'ha pasao. Y eso creemos que es bueno. Más vale pasarse que no llegar. ¡Cuántas veces las mismas voces que hoy manifiestan disconformidad por el exceso no han reiterado su disgusto por el defecto! Hemos visto, desgraciadamente, las protestas por la destrucción del patrimonio inmobiliario de carácter histórico, por el derribo de edificios vinculados a nuestro pasado urbano con alto valor artístico o por las operaciones inmobiliarias especulativas y destructoras.

Y, de repente, la actual administración socialista desmonta el scalextric de Atocha, rediseña esa plaza, proyecta y ejecuta la recuperación del río Manzanares, instala un planetario, promueve vivienda pública en régimen de alquiler en San Francisco el Grande, recupera como dotación el mercado de pescados; en fin aborda 1.600 obras de mejora de sectores de la ciudad.

Libertad de diseño

Y esto se hace bajo una actitud política de absoluta libertad de diseño, bajo unos criterios amplísimos en orden a dar cabida en esa movida a todo tipo de tendencias artísticas y orígenes culturales. (Recordemos el carácter abierto y hospitalario de nuestra ciudad, que hace que, junto a profesionales madrileños, estén colaborando en estos empeños compañeros de otros países o de otras regiones de España). Esta actitud de generosidad en la convocatoria cultural y la ausencia de un casticismo de contenido reaccionario y nostálgico caracterizan de manera singular y casi exclusiva la dinámica cultural de la villa de Madrid. Y todo ello con un alto grado de aceptación popular, y no sólo por el carácter de los diseños realizados, sino también, y sobre todo, porque esos proyectos han sido vehículos para resolver necesidades urbanas de dotaciones y servicios ampliamente reclamados.

Es evidente que, en este empeño de construir la ciudad reconstruyendo sus partes, algo se puede quedar en el tintero, algo puede no encajar.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

La crítica siempre es necesaria, pero, en enjuiciamiento de la realidad, ha de atender a la realidad misma, analizada en el ámbito más global y totalizador posible, y esa plaza de nuestras discordias se reforma y se adecua en el marco de una política global de la intervención sobre la ciudad. En ese marco, la decisión de intervenir sobre Sol nos parece correcta, y su resultado, saludable, y, como ya dijimos antes..., además nos gusta. Cierto es que hay unas gotas de referencia a las arquitecturas de la Viena de Otto Wagner y que tal vez las marquesinas den un aire de modernidad no muy fernandino. Pero ¿no se aprecia un cierto toque italiano en el palacio Real de Madrid? ¿No hay unas muy claras referencias, tan poco castizas de otra parte, a la arquitectura americana de las primeras décadas del siglo en edificios tan significativos para nuestra imagen urbana como el edificio España o la sede central de la Telefónica? ¿No es la Gran Vía un admirable repertorio de las arquitecturas racionalistas, eclécticas, historicistas, regionalistas, etcétera?

¿No es Madrid esa maravillosa mezcla de estilos y caracteres que ha formado una ciudad tan singular como abierta?

Por todo ello creemos que esas farolas no debieran desaparecer, porque fue valiente la decisión de instalarlas y porque ésta fue coherente con una política municipal de ¡ntervención culta sobre las partes de la ciudad. Es nuestra opinión que la historia de los espacios urbanos es la historia de la ciudad que los contiene y del pueblo que los vive, y que estos espacios están, por tanto, en constante transformación. ¿No es muy distinta la Puerta del Sol que proclamó la República en 1931 a la de los años setenta? ¿Por qué esta nueva imagen que celebraba el fin del año 1986 no tiene también su oportunidad en la historia cotidiana?

En fin, a pesar de todo, bienvenida sea, cual sea. ésta, la nueva Puerta del Sol, que, por fuer de puro vieja, volverá a cambiar más veces..., lo veremos.

Manuel Ayllón y Jaime Ferrer son arquitectos.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_