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ESCÁNDALO EN WASHINGTON

El cerco del 'Irangate' se aproxima a Reagan

Francisco G. Basterra

Las implicaciones del escándalo iraní, denominado Irangate en algunos círculos norteamericanos, amenazan con extenderse al nivel más próximo al presidente, en la Casa Blanca, y a otros altos cargos de la Administración, pese a la insistencia oficial de que sólo dos miembros del Consejo de Seguridad Nacional son responsables. Según nuevos informes publicados por la Prensa de ayer, Donald Regan, jefe del gabinete presidencial, autorizó y estaba informado de la operación de desvío a la contra de fondos procedentes de la venta de armas a Jomeini. El director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), William Casey, será investigado y también puede ser salpicado por el escándalo.

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Donald Regan, el número dos de la.Casa Blanca y "el presidente de hecho", como él mismo suele decir, aprobó la idea de utilizar fondos iraníes para financiar a los rebeldes antisandinistas.Regan fue informado por John Poindexter consejero de Seguridad Nacional, y por Oliver North, el teniente coronel de marines que ejecutó la operación clandestina, de todos los detalles del caso. Una fuente de la Casa Blanca y el diario Los Ángeles Times revelaron ayer esta información, que, de confirmarse, puede dar un nuevo giro a la conexión iraní. North, al que le ha sido prohibido el acceso a la Casa Blanca, no ha desmentido que haya destruido documentos comprometedores para altos cargos tal como ha denunciado la Prensa.

Donald Regan, que se encuentra junto con el presidente en California, pasando el fin de semana del Thanksgiving (Día de Acción de Gracias), ha desmentido estas informaciones calificándolas de "ridículas". El hombre que actúa como un auténtico primer rninistro de la Casa Blanca afirma que el Consejo de Seguridad Nacional no le informaba a él, sino directamente al presidente. A los observadores les resulta inconcebible esta explicación, ya que fue Donald Regan quien forzó el cese de McFarlane, al que acusaba de tener una relación demasiado directa con Reagan, y nombró a Poindexter con la condición de que informara al presidente a través de él o, en cualquier caso, le contara todo lo que hablaba con Reagan.

El presidente recibe cada mañana un informe de su consejero de Seguridad Nacional y casi siempre asiste Regan a esta reunión, lo que no solían hacer otros jefes del gabinete. Las últimas revelaciones confirman algo muy lógico: la estructura jerárquica de la Casa Blanca y la forma en que se produce la información hacen prácticamente imposible que Regan, un personaje que no tolera filtros entre él y el presidente, no supiera algo que conocía el consejero de Seguridad Nacional.

A pesar de su amistad con el presidente y la magnífica relación química establecida entre los dos -son dos caracteres muy parecidos-, Donald Regan puede ser la próxima cabeza a cortar para salvar a Reagan. El presidente, de quien la mayoría de los americanos cree que sabía algo de la operación, no será interrogado por el FBI en el curso de la investigación criminal abierta por el Ministerio de Justicia, en la que declararán o ya han declarado todos los altos cargos:

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El Miami Herald informa que Ronald Reagan, que se declara un contra y compara a los rebeldes antisandinistas con los "padres fundadores de Estados Unidos", autorizó a Oliver North a buscar fuentes alternativas de financiación para los contra cuando el Congreso prohibió la ayuda norteameri cana. El presidente, el vicepre sidente, George Bush; el ministro de Justicia, Edwin Meese; el jefe de la CIA, William Casey, y el jefe del Pentágono, Caspar Weinberger, participaron -se gún el mismo diario- en reu niones en las que se discutió cómo mantener la ayuda a la contra mientras duraba la prohibición del Parlamento. Un empresario de Portland (Oregón), Richard Breneke, dijo ayer que fuentes del espionaje norteamericano le informaron a principios de este año que el Departamento de Defensa proyectaba comprar armas para la contra con los beneficios de la operación iraní. Breneke declaró a The New York Times que pasó esta información a un ayudante militar de Bush, quien le dijo: "Miraremos esto".

The Washington Post informa que el Ministerio de Justicia y el Congreso ampliarán sus investigaciones al director de la CIA, William Casey. Los investigadores quieren saber más sobre la cuenta bancaria que la CIA tenía abierta en Suiza para recibir el pago de los suministros militares a Irán, parte del cual fue a parar a la contra.

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