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Edy Korthals Altes

El embajador holandés abandona su cargo para luchar contra la carrera de armamentos

De sus 62 años ha dedicado 36 a la diplomacia, a pesar de ser economista de formación". Es alto y tiene una pausada forma de hablar, que conserva incluso cuando le persigue la prisa. Con su aspecto podía haber sido perfectamente un hermano de Gary Cooper metido en el mundo diplomático. Está contento. Dice que ya ha recibido multitud de cartas a raíz de un artículo en el que explicaba sus intenciones, publicado en un importante periódico holandés."A diferencia de las organizaciones pacifistas", explica Edy Korthals, "yo no rechazo a la Alianza Atlántica; al contrario, pienso que es un vehículo para que los europeos podamos influir en nuestros aliados norteamericanos y moderar sus posturas". El embajador pretende evitar que esta organización sea "un gran caballo americano seguido de 14 conejos europeos". "En esta era nuclear el destino del hombre", añade, "no es destruirse con la utilización de las nuevas tecnologías, sino ponerlas al servicio de la humanidad y buscar fórmulas de convivencia entre sistemas politícos diferentes".

"Busco gente que apoye mi iniciativa, gente de la calle y todos los que se encuentren en puestos decisorios". Este admirador de Erasmo divide su tiempo dedicado a la lectura entre la teología, la historia y la literatura francesa, inglesa, alemana, castellana, holandesa e italiana. "Ahora paseo con mi mujer, nado un poco y continúo esquiando", explica, mientras se lamenta de haber tenido que abandonar la práctica de la esgrima y el tenis.

Tomó la decisión de enfrentarse a la carrera armamentista cuando nacieron sus nietos y afirma que se acuerda de la guerra cuando escucha a Wagner. "Me gusta más el mundo según Mozart", continúa; "es el dominio de la armonía sobre todas las cosas". El embajador, que ha ejercido como diplomático en lugares como Bruselas, Yakarta, Roma, Bonn, París, Sri Lanka (antiguo Ceilán) y Nueva York, afirma, convencido, que en la carrera de armamentos hay "demasiados, muchísimos intereses".

Retrasó la decisión de abandonar la carrera un año debido a "necesidades de servicio". Ahora está preparado para empezar su nueva misión, convencido de que "es imposible poder mandar hombres a la Luna y ser incapaces de organizarnos como seres humanos".

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