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El Cajamadrid fuerza el desempate con el Magia

Luis Gómez

El Cajamadrid alarga su esperanza hasta el último partido. Aún está vivo, aún en Primera División, hasta que dentro de tres días resulte imposible cualquier desempate. Jugarse un descenso a un partido, a una canasta, a un fallo o a una personal, está resultando un espectáculo cruel, de inusitada emoción. Los jugadores del Cajamadrid afrontan, con rebeldía, lo que para los técnicos es incuestionable: el Magia de Huesca es más poderoso.En los primeros minutos quedó evidenciada la diferencia que separa a un equipo de otro: el rebote, una circunstancia que, cuando se domina con gran ventaja, supone tener más de medio partido ganado. El Magia superaba con sus rebotes ofensivos los defensivos del contrario; llevaba incluso ventaja de 5 a 12 en las sanciones por personales. Técnicamente, era imposible que perdiese. Encima, llana bestia negra como Bryant conseguía en el primer perído 24 puntos, la mitad de su equipo; cada balón que cogía era un par de puntos casi seguro. Sin embargo, el Cajamadrid aguantó con entereza, corriendo mucho y con triples.

La segunda parte anunció el drama porque se preveía que la alineación titular del Cajamadrid acabaría en el banquillo por personales. Aun así, aguantó con dominio en el marcador porque el rival no supo tener la cabeza fría. La entrada de Gil, un base júnior, mejoró la fluidez del juego -ya lo había hecho en dos partidos ante el Claret- y Orenga se fajó en los rebotes. Lo que sucedió fue que el Magia no supo jugar con presión. Son cosas de la técnica y la estadística porque este equipo, con cambiar un extranjero, sería radicalmente distinto. Con los números en la mano, el Cajamadrid no puede mantenerse, salvo que realice un porcentaje de excepción. Sin embargo, lleva cohabitando con el milagro desde hace semanas y eso impregna carácter.

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