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Liberalizacion económica, represión del terrorismo y respeto a la Constitución, claves del programa de Chirac

Soledad Gallego-Díaz

El primer ministro francés, Jacques Chirac, presentó ayer ante la Asamblea Nacional su programa de gobierno, basado en tres puntos: liberalización de la economía, con el objetivo primordial de crear empleo; reforzamiento de la represión de la delincuencia y el terrorismo, y respeto de la letra y espíritu de la Constitución, para garantizar el buen funcionamiento de los poderes públicos. Chirac, que se sometió voluntariamente al voto de confianza del Parlamento, anunció que enviará inmediatamente a la Cámara dos proyectos de ley que le autoricen a legislar por decreto-ley determinados aspectos de la política económica y permitan el regreso al sistema electoral mayoritario, abolido por los socialistas.

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El recurso al decreto-ley puede dar origen, precisamente, al primer conflicto con el presidente de la República. François Mitterrand hizo saber ayer, al término del consejo de ministros, que no firmará ningún texto que privatice las empresas y bancos nacionalizados antes de 1981, es decir antes de la llegada de los socialistas al poder.Chirac insistió, sin embargo, en que el decreto-ley contendrá la lista completa de sociedades a privatizar, aunque muchas de ellas no serán desnacionalizadas inmediatamente, sino en un plazo de cinco años. En la práctica, eso supone que el Parlamento habrá tenido tiempo para seguir normalmente el proceso legislativo.

El primer ministro pronunció un discurso largo (70 minutos) destinado a dejar claro que es él quien gobierna y quien fija la política de Francia, tanto en materia económica como de defensa o de relaciones exteriores.

Sin embargo, el tono general de su intervención fue moderado, con repetidos llamamientos a la unidad de todos los franceses, sea cual sea su ideología. "El presidente de la República", afirmó, "encama la unidad de la nación y la continuidad del Estado y dispone para ello de los poderes que le confiere la Constitución. Si cada uno juega su papel, no habrá contra tiempos ni bloqueos". "La opinión pública", advirtió más; adelante, estará vigilante y sancionará a quien pretenda transgredir esa regla democrática". Jacques Chirac se extendió ampliamente sobre su proyecto económico, al que concedió un objetivo primordial: la lucha contra el paro. "Nuestra nueva frontera debe ser el empleo", señaló. El Gobierno conservador pondrá en marcha inmediatamente una serie de medidas para favorecer la contratación de los jóvenes y liberalizar las reglas de funcionamiento de las empresas.

El primer ministro anunció una amnistía fiscal, destinada a favorecer el regreso de capitales expatriados ilegalmente -lo que provocó el abucheo de la izquierda- la supresión del impuesto sobre las grandes fortunas, así como otra serie de proyectos de ley que serán enviados al Parlamento antes del verano y que se pretende que ayuden a dinamizar el sector de la construcción y a favorecer el saneamiento financiero de las empresas.

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El Gobierno abrogará la actual ley de Medios de Comunicación que impide una concentración excesiva, y creará una Comisión Nacional de Comunicación y Libertades, que regulará tanto los medios públicos como privados y que vigilará la transparencia financiera del sector. La publicidad será suprimida en la televisión estatal.

Jacques Chirac afirmó que "no hay libertad sin seguridad" y adelantó una serie de importantes medidas para combatir la delincuencia: se creará la pena de 30 años de reclusión, sin remisión posible, el documento de identidad infalsificable y se restaurarán los controles callejeros.

Política antiterrorista

El primer ministro anunció que el código penal tipificará un delito específico de terrorismo y que se creará una sala especial de la Audiencia de París, que centralizará la información y actuaciones contra presuntos terroristas. Igualmente, se modificará la ley a fin de ofrecer un trato especial a los terroristas arrepentidos que denuncien a sus compañeros y se ampliará hasta cuatro días el plazo de detención preventiva.

En el capítulo de la inmigración, se conducirá a la frontera a los trabajadores en situación ilegal y se expulsará hacia su país de origen a quienes hayan cometido un delito en Francia. Además, se modificará la ley de nacionalidad a fin de que no sea concedida automáticamente, como hasta ahora, a todos los nacidos en el país.

Chirac tuvo buen cuidado de no decir en materia de política exterior nada que pueda contrariar al jefe del Estado. En concreto, Chirac aludió en términos muy ambiguos a la Iniciativa de Defensa Estratégica norteamericana, rechazada por Mitterrand. "Debemos estar atentos a la evolución del proyecto de nuestros aliados", señaló el primer ministro.

Chirac se refirió también a los rehenes secuestrados en Líbano y a los dos oficiales franceses detenidos en Nueva Zelanda por el atentado al barco de la organización ecologista Greenpeace Rainbow Warrior y aseguró que su Gobierno actúa, con discreción, para solucionar ambos casos.

El primer ministro tendió en cierta forma la mano a Irán al asegurar que espera restablecer el diálogo "con ese gran país, hacia el que Francia no experimenta ninguna hostilidad".

El discurso de Jacques Chirac provocó una dura respuesta del primer secretario del Partido Socialista, Lionel Jospin, quien hablé, entre los permanentes abucheos de la nueva mayoría. Jospin acusé, al Gobierno de "nerviosismo y crispación", criticó la devaluación del franco y comentó ampliamente: las diferencias entre los partidos que apoyan al nuevo Gobierno.

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