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'ROCK'

La complicidad de Elton

La noche del sábado fue idónea para la tercera actuación de Elton John en Madrid, a la que asistieron las infantas Elena y Cristina de Borbón. El público llenó el recinto deportivo a pesar del precio de las entradas (2.500 pesetas). Una cifra tan elevada fue producto de las ofertas competitivas entre las dos organizaciones -Giggs y Gay and Company-, que habían aspirado a la celebración de los conciertos españoles de Elton John.El sonido mejoró respecto a conciertos anteriores, como el de Sting, habidos en el mismo lugar. El gran espectáculo rockero de luces, de voces, de músicos y de canciones de Elton John pudo lograr que los espectadores se sintiesen compensados por su esfuerzo económico. El protagonista, simpático y menudo pero enaltecido por el clamor del público, apareció con montera de torero y una coleta sui generis unida por un lazo de cintas con los colores de la bandera española, que también se apreciaban en el traje. Un concertista de piano en la costumbre clásica nunca giraría su cabeza hacia la audiencia y le sonreiría durante la interpretación de las notas.

Concierto de Elton John

Banda: Davey Johnstone, FredMandel, Charlie Morgan, David Paton, Alan Carvel, Shirley Lewis, Gordon Neville, David Bitelly, Rick Taylor, Paul Spong, Raúl D'Oliveira y Jody Linscott. Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid (10.200 personas, según la organización). 1 de marzo de 1986. 132 minutos.

Así cautivó Elton John en el preludio a piano del primer terna que ofreció, Tonight. Luego una canción rápida y fuerte, One horse town, y en esa línea de alternancia muy estudiada de sus dulces y sentidas baladas con piezas rítmicas, de rock and roll, para danzar, continuó todo el repertorio. Elton emocionó y alegró. Cantaba Rocket man, la pantalla de fondo lucía como una noche estrellada de verano y la gente acompañaba en coro la popular melodía que su creador varió y prolongó a ritmo de blues.

Una docena de músicos le acompañó, entre ellos cuatro instrumentistas de viento, tres vocalistas y una percusionista estelar, Jody Linscott, que se unía en golpes imaginativos a la batería acústica o a la batería metálica de Charlie Morgan.

La guitarra de Johnstone

Y sobresalió el veterano guitarrista Davey Johnstone -el único que permanece de la banda original-, y que junto al bajista David Paton, añadieron un par de voces más. Johnstone maravilló como músico rico en recursos, en sacar sonidos muy diferentes de cada una de las cinco guitarras que usó. Toda la banda superó su propia profesionalidad y junto a la decoración, la puesta en escena, con columnas puntiagudas, hinchadas de aire, engrandecieron la figura artística, del mágico y juguetón Elton. En un momento se levantó, arrojó con fiereza fingida su butaca al fondo del escenario y cantó y se contorneó cual damisela, altivo y entusiasmado, y terminó tan movido número de coreografía particular tumbado como un cadáver sobre su piano blanco de cola.

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