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Bettino Craxi afirma que el terrorismo político prácticamente ha desaparecido en Italia

Juan Arias

El presidente del Gobierno italiano, Bettino Craxi, dijo ayer, al hacer un resultado político y económico del año que termina, que 1985 ha supuesto prácticamente "el fin del terrorismo" en Italia. En el terreno en el que Craxi se mostró más pesimista fue en las expectativas de "aceleración" de las reformas que necesita la Europa comunitaria.

Bettino Craxi celebró una conferencia de prensa para exponer el resultado político del año que acaba.

Como es su costumbre, el presidente socialista insistió sobre todo en los aspectos más positivos. Recordó que, por ejemplo, este año ha habido estabilidad política y que la criminalidad terrorista prácticamente ha desaparecido. "Los muertos por motivos de terrorismo", dijo, "se han contado con los dedos de la mano". Han disminuido también en un 50%, según Craxi, las muertes por droga dura y se han reducido de 10 a dos millones las horas de huelga en el campo laboral. También la inflación, dijo el presidente, ofrece señales positivas de estar bajando, mientras que el desarrollo industrial ha aumentado en un 2,9% en el último año.

Sin embargo, el año próximo no se presenta demasiado optimista, dijo el presidente, ya que se prevé un nuevo aumento del desempleo juvenil. De hecho, el ministro del Tesoro, el democristiano Giovanni Goria, acaba de presentar un cuadro mucho más negro de la situación económica italiana que el pintado ayer por Craxi.

Pesimista en política exterior

Donde el presidente del Gobierno se mostró más pesimista fue en política exterior. Dijo que no se hacía ilusiones de que la política europea pueda apretar el año próximo el acelerador hacia la integración y la unidad.Tampoco prevé un desenlace rápido y positivo de la situación en Oriente Próximo.

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Insistió mucho Craxi en la necesidad que existe en este país de una reforma institucional a fondo que aclare algunas tensiones surgidas entre los diversos poderes del Estado y que dé mayor fuerza al Gobierno y mayor soltura al Parlamento en la aprobación de las leyes.

Se le insistió mucho al primer ministro en la polémica en curso entre él y la magistratura. Sobre ésto el presidente del Gobierno fue muy explícito: "La crítica", dijo, "es un deber sagrado al que no he renunciado ni renunciaré nunca". Añadió que cualquier ciudadano posee el derecho a la crítica y que el presidente del Gobierno "que no es un ciudadano cualquiera, es por ello aún más libre para hacerlo".

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