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Benjamin Moloise

Opositor al 'apartheid', poeta desde la cárcel, ha sido condenado a morir hoy en la horca

Malesela Benjamin Moloise nació hace 30 años en Alexandra, un barrio negro al norte de las lujosas zonas blancas de Johanesburgo. Sus amigos y familiares le describen como un hombre dócil, aunque idealista e inquieto, con ansias de cambio en su propia vida y la de los negros de su país en general. Se hizo tapicero y estableció contactos con el Congreso Nacional Africano (ANC), el prohibido movimiento de oposición al sistema de discriminación racial en Suráfrica.Durante su juicio el fiscal alegó que el ANC había pedido -o presionado- a Moloise para que matara a Phillipus Selepe, un policía negro que al parecer había denunciado a varios miembros del grupo que después fueron ejecutados. El ANC le prometió, siempre según el informe del fiscal, pagar 500 rand (unas 25.000 pesetas), aunque Moloise afirmó no haber recibido el dinero. El día 7 de noviembre Selepe fue muerto en su casa en Mamelodi, un barrio negro en las afueras de Pretoría, con una lluvia de balas disparadas por un fusil AK-47, de fabricación soviética.

Moloise negó que matara al policía, aunque reconoció estar implicado en el el compló para asesinarlo y tener contactos con el ANC. Este grupo reivindicó el atentado, pero en dos ocasiones negó que Moloise apretara el gatillo. Éste, en espera de su ejecución, ingresó en la cárcel, donde empezó a escribir poesía, que hasta ahora no ha sido editada.

Comenzaron entonces las peticiones de clemencia de parte de sus abogados y de la comunidad internacional. El pasado día 21 de agosto un juez dictó un aplazamiento de ejecución, observando que "aunque hay prueba sobrada de que Moloise fue el autor del asesinato, parece que lo cometió estando sometido a intensa presión". El juez anotó que, inexplicablemente, los abogados de Moloise no le habían informado de la posibilidad de apelación. Un sociólogo recomendó que se le practicaran exhaustivas pruebas psicológicas.

Ayer se volvieron a repetir las peticiones de clemencia de partidos y gobiernos de México, países nórdicos, Alemania Federal, Francia. Organismos internacionales como la Comunidad Económica Europea y las Naciones Unidas se unieron al llamamiento. Todas las peticiones expresan el temor de que con la ejecución se desate otra ola de violencia racial en Suráfríca, donde 750 personas han muerto en los últimos 21 meses. Las solicitudes de clemencia han sido dirigidas a Botha, la única persona con poder para salvarle de la horca.

Pocos días después de conocerse la sentencia, la madre de Moloise, Mamika Pauline, le visitó en la cárcel de Pretoria. "Estoy orgullosa de mi hijo, que va a morir como un guerrero valiente" manifestó entonces. Declaró que el mensaje último de su hijo para el pueblo negro era muy sencillo: "La libertad está a mano y tenemos que caminar adelante hacia ella".

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