Estrenar 14 años después
El Festival Internacional de Música Contemporánea de Alicante se abrió el pasado domingo con un concierto integrado por composiciones españolas no recientes, incluido como tal el estreno mismo de la velada, con un balance de dos obras madrileñas (Miguel Ángel Coria y Ramón Barce) y dos levantinas mediterráneas (José Peris y Antón García Abril).
El compositor Ramón Barce ha tenido que esperar 14 años para ver estrenado su concierto para piano y orquesta, a pesar de que exista del mismo -sería su estreno sin público- una grabación de radio, como el mismo autor recordaba en el programa.
Obra atípica, solitaria, versión a lo grande de las propuestas estéticas del Canadatrio del propio autor, la pieza ha de ser interpretada por un solista y conjunto, de forma no sincronizada, como unidades de actuación independiente, quebrando la clásica dialéctica del concierto ortodoxo.
Pianista-recreador
El discurso, media hora de música sin concesiones ni virtuosismo, reclama una concentración total por parte del oyente, atención aquí sostenida a través del magisterio de ese admirable pianista-recreador que es Pedro Espinosa.Difícilmente se pueden encontrar mundos sonoros y musicales más distintos y distantes de los de Ramón Barce y Antón García Abril, con partituras virtualmente coetáneas (1971 y 1969). Hemeroscopium, página tan atractiva en todos los momentos en que Antón García Abril prescinde de ser moderno, tiene el sello de ese oficio inmenso del autor turolense, con su privilegiado sentido para entramar y vestir materiales a veces mínimos y con ese cuidado celebidachiano del detalle.
A todo lo largo del programa que comentamos, que engloba también páginas de los compositores José Peris y Miguel Ángel Coria y nada sencilla de tocar (Variaciones sobre Luy de Milán y Ancora una volta/intermezzo, respectivamente), la orquesta sinfónica de Madrid (Orquesta Arbós) puso de manifiesto una excelente puesta a punto, revalidándose capacidad apara abordar música actual, con mención de honor para Rafael Revert, Jorge Rubío, en un programa preparado con el (inevitable) poco tiempo, fue la imagen de la musicalidad y la eficacia.
