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El primer ministro de Líbano pide que el Ejercito sirio entre en Beirut

El primer ministro libanés, Rachid Karami, se pronunció públicamente ayer por la entrada del Ejército sirio en Beirut para poner término al caos que reina en la capital, al tiempo que la milicia shií Amal reconoció que varios civiles palestinos habían sido asesinados a sangre fría en un zona de la ciudad bajo su control.

Al concluir una reunión dedicada a los últimos enfrentamientos armados del jueves por la noche entre milicias shií y drusa, Karami, secundado por los ministros musulmanes de Defensa y Educación y por el presidente del Parlamento, afirmó que "una fuerza eficaz debe ser desplegada en la ciudad, y añadió: "Sólo veo una que sea capaz de hacerlo: el Ejército sirio".Para convencer al régimen baazista sirio -que desde julio cuenta ya en Beirút con una treintena de observadores castrenses- de la necesidad de destacar nuevamente a sus tropas en la capital libanesa, los cuatro reunidos acordaron enviar mañana a Damasco al titular de la cartera de Educación, Selim el Hoss.

Mientras tanto continuaron ayer, por quinto día consecutivo, los combates en torno al gran campamento de refugiados, de Burj Barajne entre los fedayin palestinos y Amal, 14 de cuyos milicianos resultaron muertos en las últimas 24 horas mientras una cuarentena fueron heridos, según fuentes hospitalarias. La autovía que enlaza a la capital con su aeropuerto permaneció también cortada.

El balance de las víctimas palestinas es mucho más difícil de establecer porque ni los cadáveres ni los heridos han podido hasta ahora ser evacuados de un campamento que cuenta con más de 20.000 habitantes y unos 2.000 guerrilleros. Quedó, en cambio, confirmado ayer que varios civiles palestinos fueron asesinados por shiíes en la noche del jueves al viernes en la barriada de Haret Hreik, adyacente a Burj Barajne.

El primero en denunciar la matanza fue el grupo marxista palestino del Frente Democrático, al anunciar el viernes en un comunicado que 44 civiles habían muerto, aunque después rebajó la cifra a 19. Amal sólo reconoció finalmente cinco muertes, al tiempo que sostenía que las demás supuestas víctimas habían sido trasladadas por sus hombres para protegerlas de Ia histeria de un agresor" shií cuyo hermano falleció, al parecer, por culpa de los fedayin.

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Un dirigente de la milicia shií, Ghassan Siblini, declaró, sin embargo, a la Prensa local que entre 7 y 14 civiles inocentes perecieron en el incidente, y se comprometió a que su causante sea "juzgado y castigado". Pero sus palabras no apaciguaron a los jefes palestinos atrincherados en Burj Barajne, que se muestran convencidos de la responsabilidad directa de Amal, y, en consecuencia, han prometido a los refugiados llevar a cabo represalias.

La segunda edición de la "guerra de los campamentos", como la llama la Prensa libanesa, no parece estar terminada, aunque la violencia de los combates no ha igualado todavía la ferocidad de la batalla de mayo-junio.

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