_
_
_
_
_

Cuando la realidad supera a la ficción

La policía norteamericana busca al 'quinto hombre' de la red de espías más importante de la historia de la Marina de EE UU

Francisco G. Basterra

The hunt for Red October (La caza del Octubre Rojo), una novela que relata con gran perfección técnica la fuga a Estados Unidos del submarino nuclear más moderno de la flota soviética, fue el libro preferido de Ronald Reagan este invierno. El presidente recordará sin duda estos días cómo en el relato de ficción las dos superpotencias juegan al gato y al ratón bajo el Atlántico para evitar, los soviéticos y lograr, los norteamericanos, que el Red October llegué aquí. Para pesadilla del Pentágono, los soviéticos pueden conocer ahora los detalles del complejo sistema de guerra antisubmarina norteamericano, que tan bien describe el best seller de Tom Clancy, gracias a una familia de marinos, los Walker, que han protagonizado el mayor caso de espionaje, a favor de la URSS, de la historia de la Marina de los Estados Unidos. Desde hace 20 años los códigos secretos de comunicaciones de las flotas del Atlántico y el Pacífico y los sistemas de lucha antisubmarina han podido ser pasados a los soviéticos.La realidad de esta historia, calificada por el secretario de Defensa, Caspar Weinberger, como .una seria pérdida" para el país, comienza a hacer palidecer la ficción de la novela. La saga de los Walker, cuya madeja no ha sido aún completamente desenmascarada por el FBI, contiene todos los elementos de los mejores relatos de espionaje que hayan podido escribir maestros del género como John Le Carré o Frederick Forsyth. John Walker, el jefe del equipo que ha podido estar pasando desde hace 20 años documentos confidenciales a Moscú sobre los movimientos de la flota submarina norteamericana y sus métodos de ocultamiento y detección, fue delatado a las autoridades por su mujer Bárbara. Pero previamente este hombre, "que se creía un James Bond y sólo era un inspector Clouseau", según un conocido suyo, había intentado captar para su red de espías a su hija Laura, que trabajó un tiempo como especialista de comunicaciones con el ejército de Tierra.

El cuarto hombre del caso, que apasiona a la opinión pública americana y ha provocado la creación de una comisión especial en la Marina para descubrir el verdadero daño provocado a la seguridad nacional por la fuga de información, se entregó al Buró Federal de Investigación (FBI) en San Francisco, a las tres de la tarde del pasado martes. Designado como D por John Walker es el primer acusado que no pertenece a la familia. Se trata de Jerry Whitworth, de 45 años, ex radiotelegrafista de la Marina, en cuya casa la policía halló documentos clasificados, algunos de ellos robados de la estación naval de Alameda, en California. Su detención supone que el caso, circunscrito hasta ahora a la base de Norfolk, sede de la flota del Atlántico, tiene ramificaciones también en la flota del Pacífico.

El director del FBI, William Webster, anunció que Whitworth, que anónimamente escribió al FBI hace un año ofreciendo revelar una red de espionaje a cambio de inmunidad, tuvo acceso a información "muy importante" relativa a las comunicaciones cifradas de la flota del Pacífico y a maniobras secretas en sus 20 años de servicio con la Marina. Withworth trabajó como instructor de comunicaciones en San Diego desde 1970 a 1973, parte de este período con John Walker, y también navegó a bordo del portaviones nuclear Entreprise, lo que le dio acceso a los movimientos de submarinos soviéticos y norteamericanos en el Pacífico. La Policía busca ahora a un quinto hombre, identificado únicamente como F, sospechoso de haber suministrado también información a Walker.

El cebo

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Las letras del abecedario han ido cayendo, una a una, desde que el pasado 20 de mayo el FBI detuvo a John Walker, un oficial retirado de Marina de 47 años convertido en detective privado, que el día anterior había abandonado, en una cuneta de las afueras de Washington, una bolsa con 129 documentos secretos destinada a un supuesto contacto de la embajada soviética. A esa misma hora uno de los 18 terceros secretarios de la embajada de la URSS en Washington, Aleksey Gavilovich Tkachenko, seguía con su Volvo las huellas del Chevrolet astro de John Walker por las mismas carreteras rurales de Maryland.

Pero Tkachenko debió presentir algo y no llegó a recoger la bolsa junto a la que el FBI había colocado otra llena de recortes sin interés como cebo. Cinco días más tarde, sin explicación oficial, Tkachenko fue llamado a Moscú. En la bolsa de papel marrón había una carta dirigida a dear friend (querido amigo) en la que hablaba de algunos aytidantes en estejuego de espionaje. bautizados como S, que trabaja en el servicio naval; K, relacionado con el mantenimiento de, buques de guerra, y un misterioso D.

El pasado 22 de mayo, el portaviones nuclear Nimitz estaba realizando una escala en el puerto israelí de Haifa y su tripulación sesteaba a bordo o se divertía durante unas horas en las calles de la ciudad. Agentes del FBI interrumpieron el asueto de S, el marinero de tercera clase Michael Walker, de 22 años, hijo de John. Junto a su taquilla hallaron un paquete de siete kilos de peso con documentos confidenciales sobre los movimientos del Nimitz en el Mediterráneo y sus comunicaciones con la sexta flota.

Michael, un buen chico que siente pasión por su padre y que sorprendió a los compañeros de colegio cuando dijo que quería ser marino, trabajaba como mecanógrafo en una oficina del buque encargada de destruir el material confidencial. Estos documentos, que no poseen un valor estratégico excepcional pero que podrían permitir a la URSS,conocer las transmisiones de los navíos de EE UU en el Mediterráneo y su capacidad para controlar los movimientos de la flota soviética en dicho mar, eran pasados por Michael, que acababan de ser designado marinero del mes, a su padre.

Después de Michael le llegó el turno a K, que resultó ser el hermano mayor de John, Arthur Walker, que en los años 70 trabajó en la escuela de táctica de la Marina en Norfolk como profesor de guerra antisubmarina. Arthur, de 50 años, trabajaba cuando fue detenido como ingeniero para una empresa que realiza contratos de mantenimiento de barcos para la Marina.

K ha confesado que desde 1980 estaba pasando material clasificado a su hermano y que en una ocasión recibió por ello 12.000 dólares. La Policía halló en su oficina de Alexandria, en las afueras de Washington, datos secretos que no podía tener sobre dos buques anfibios proyectados como centro de mando para desembarcos.

El escándalo afecta a la Fuerza Nuclear Submarina, la tercera pata del trípode nuclear integrado además por los misiles basados en tierra y por los cohetes transportados por aviones y en teoría la menos vulnerable a los ataques soviéticos. Su importancia reside en su capacidad de esconderse y poder llevar a cabo una represalia en caso de ataque soviético. La precisión de los misiles intercontinentales portados por los submarinos, los 35 Trident y Poseidón norteamericanos están armados con cohetes nucleares de 16 a 24 cabezas cada uno, los convierten ya casi como a los proyectiles basados en tierra en un arma capaz de lanzar un primer ataque y también de sufrirlo. El secretario de la Marina, John Lehman, dijo recientemente en un seminario en el Centro de Estudios Internacionales de Harvard, que Estados Unidos ata-

Cuando la realidad supera la ficción

caría los submarinos nucleares soviéticos casi inmediatamente en caso de guerra.Lo que pone los pelos de punta al Pentágono es que el caso Walker haya disminuido la capacidad de esconderse a los submarinos americanos, ofreciendo a Moscú datos suficientes para su localización. Uno de los temores es que haya llegado a poder de los soviéticos la situación de los micrófonos colocados en la plataforma continental de EE UU y en otros puntos claves del fondo del mar, como por ejemplo, el paso entre Groenlandia y Gran Bretaña, que detecta el paso de los submarinos, su clase y su posición mediante la lectura electrónica del ruido de sus motores. A cierta velocidad muy baja los submarinos no pueden ser detectados por estos micrófonos. A los soviéticos les encantaría saber cuál es esta velocidad. Los sumergibles soviéticos son más grandes y más rápidos que los norteamericanos que son mucho menos ruidosos. La Marina de EE UU cuenta con un sistema de detección mucho más avanzado que quizá ahora conozcan con detalle en Moscú.

Casi 1.000 espías

Quizá nunca sepamos realmente cuánta información han podido pasar a la URSS los Walker, explicó Weinberger. Pero los datos transmitidos han podido contribuir al cambio de la flota soviética de submarinos nucleares hacia aguas más seguras y próximas a sus costas, afirmó el ex subdirector de la CIA Bobby Inman. Al parecer la Marina ha cambiado el código secreto de comunicaciones con sus buques a causa de este escándalo.

La información proporcionada por los Walker y sus asociados ha podido enseñar a la URSS cómo Estados Unidos detecta a sus submarinos en tiempo de paz y cómo los destruiría en caso de guerra, lo que permitiría que haya establecido sistemas para evitar la detección, según funcionarios de la Marina y los servicios de espionaje. Para otras fuentes el daño causado puede ser más de imagen que real.

Un funcionario del Consejo Nacional de Seguridad dijo que la URSS puede tener actualmente unos 1.000 espías operando en Estados Unidos, un tercio más que hace 10 años. Un comité del Senado concluyó, la pasada semana, que al menos una cuarta parte de los 800 funcionarios soviéticos que trabajan en el ONU están dedicados al espionaje. 12 personas esperan juicio en todo el país acusadas de espionaje para la Unión Soviética, un crimen que lleva consigo la pena de cadena perpetua en tiempos de paz.

El hecho que de 4,3 millones de americanos tengan acceso a documentos clasificados o secretos ofrece grandes facilidades al espionaje del Este en EE UU. El Pentágono debiera teóricamente revisar cada cinco años a todas las personas que trabajan con documentos confidenciales, pero los 1.400 funcionarios dedicados a esta misión no tienen capacidad suficiente para hacerlo.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_