Una guitarra con acento propio

El concierto de presentación en Madrid de este jovencísimo guitarrista cordobés confirma una vez más mi creencia de que el toque es, de las tres modalidades básicas del arte flamenco, la que se encuentra en un momento de verdadero esplendor. Hay una generación de jóvenes artistas verdaderarnente importantes que se aproximan al magisterio.José Antonio Rodríguez es uno de estos valores. Ya en la pasada Bienal de Sevilla, en que fue uno de los seis seleccionados para disputar el Premio Giraldillo del toque, demostró su enorme capacidad de guitarrista. El concierto que acabamos de oírle lo corrobora.

Digamos ya que el toque de José Antonio Rodríguez es sencillo, diáfano, sobrio. No hay excesos virtuosísticos ni aun en las composiciones que más podían prestarse a ello, como el zapateado y la fantasía finales; tampoco, penuria empobrecedora. Bien al contrario, es un toque rico en sugerencias, enormemente comunicativo, de acusada impronta personal. El acento cordobés es evidente cuando las premuras del ritmo no lo impiden. Por eso brilla primordialmente el talento del artista en las obras que le permiten desarrollar plenamente esas sus virtudes esenciales, que, además, son las obras de mayor dificultad interpretativa. Su toque por tarantas fue grandioso, bellísimo; y por seguiriyas alcanzó la culminación de la jondura.

José Antonio Rodríguez es creador. Su versión de Los cuatro muleros, el tan trillado tema lorquiano, ofreció desarrollos inéditos, soluciones inesperadas, pero convincentes; lástima que al final precipitara demasiado el ritmo. Error éste que repitió en otras composiciones: tras un desarrollo armonioso y equilibrado, un remate brusco, casi embarullado.

Espero que la experiencia dé madurez a José Antonio Rodríguez para afinar cosas de este tipo.