_
_
_
_
_

Horacio Martínez Pichardo

Un niño nicaragüense que a los 11 años ya ha empuñado un fusil, pero que desea la paz

Ángeles Espinosa

Horacio Martínez Pichardo es un niño nicaragüense de 11 años que ha aprobado el cuarto grado de la enseñanza primaria con buenas notas y al que, como a todos los niños, le gusta jugar y ver la televisión. Nada extraordinario si no fuera porque Horacio vive en una zona especialmente afectada por el conflicto civil que divide desde hace dos años a la población de su país y, a pesar de su corta edad, se ha visto obligado en varias ocasiones a coger un fusil para defenderse "del hostigamiento de los guardias".

Los guardias son los guerrilleros antisandinistas, y para Horacio son los malos de la película. "Los guardias atacan a niños y a ancianos indefensos", dice como intentando convencer a su interlocutor. Y lo dice con seguridad, desde el fondo de su mirada. Tiene los ojos negros y grandes, y cuando habla da la sensación de querer reforzar sus palabras con ellos.Horacio y otros siete niños nicaragüenses se encuentran desde el pasado martes en España, invitados por el Partido Comunista de España, el Instituto de Cooperación Iberoamericana y la Cruz Roja española. Todos ellos son miembros de la Asociación de Niños Sandinistas, movimiento infantil que, según explica una de las monitoras que acompañan al grupo, se dedica a organizar actividades culturales y recreativas.

Horacio vive desde hace seis años en la colonia de Yolaina, una especie de pedanía que depende del municipio de Nueva Segovia, al norte de Nicaragua, casi lindando con la frontera de Honduras. Sus padres se trasladaron allí desde un pueblo cercano a León por el clima. "Donde vivíamos antes apenas había invierno". En Yolaina, donde el invierno es la estación de las lluvias pero continúa haciendo calor, viven unos 900 adultos. Horacio tiene seis hermanas y dos hermanos. Él es el menor de los chicos. Su padre, agricultor de profesión y miliciano por necesidad, se encarga de la distribución de los alimentos racionados. "Ahora no puede trabajar en el campo porque los guardias atacan a los campesinos". Horacio, que de cuando en cuando ayuda a sus padres, todavía no ha decidido qué le gustaría ser de mayor.

Resulta increíble que este enano que no levanta un metro y medio del suelo haya podido sujetar entre sus manos un pesado fusil y dispararlo. "He tenido que coger un fusil para defenderme de los guardias", y cuenta que pesaría "unas 10 libras" (cinco kilos). "A mí no me gusta la guerra, quiero la paz", añade. Horacio es un chiquillo despierto y habla de la guerra como un adulto, pero sin perder la ingenuidad de sus 11 años.

Repite, como si de una lección bien aprendida se tratara, que los guardias son malos, que "luchan porque les gusta la guerra o por el dinero que les paga Reagan". Son las lecciones que recibe de la vida cotidiana, muy diferentes a las que le enseña en la escuela César, su profesor. La asignatura que más le gusta es matemáticas, pero confiesa que lo que más le divierte es jugar con sus amigos al béisbol, al cuartel o a la chapa.

De España lo que más le ha gustado ha sido la nieve, ya que antes sólo la había visto en la televisión. Le ha sorprendido nuestra forma de hablar. Hay algunas palabras que no entiende, pero aun así se va a llevar un recuerdo bonito y piensa contarles todo lo que ha visto a sus padres y hermanos.

Alguien le pide que cuente por qué quería ver a Felipe González, y con cierta desgana dice que le han contado que el presidente español no les apoya y quiere "pedirle su colaboración". En el fondo lo que está deseando es dejar de hablar de la guerra, que no le gusta y que espera que acabe pronto.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_