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La Caja Rural de Cuenca no irá a la ampliación de Olcesa, poniendo en peligro la supervivencia de la empresa

La negativa de la Caja Rural de Cuenca a acudir a la ampliación de capital de Oleaginosas del Centro, SA, Olcesa, empresa con capital mayoritario -51%- del Instituto Nacional de Industria (INI), pone en peligro la supervivencia de la empresa, acuciada por unos problemas financieros que hacen ineludible la realización inmediata de la ampliación acordada en la junta general de accionistas del 2 de septiembre pasado, por un importe de 1.050 millones de pesetas.Es más que problemático el futuro de una de las pocas empresas existentes en la provincia de Cuenca, creada precisamente para propiciar un atisbo de industrialización en la región, y en cuyo accionariado participan las entidades financieras locales, Caja Rural de Cuenca, y Caja de Ahorros de Cuenca y Ciudad Real, entre otros de menor cuantía. Difícil lo tiene Olcesa, empresa pública, emparedada en un sector dominado por multinacionales, acusada de prácticas desleales por los firmas aceiteras privadas, asediada por las deudas contraídas con sus propios accionistas y enfrentada a la nueva filosofía que preside el INI, resumida en la decisión de acabar a cualquier precio con las empresas deficitarias.

Olcesa, fundada en 1979 por los agricultores y fuerzas vivas de Cuenca para dedicarse a la extracción de aceite y harina de girasol, con fábrica en Tarancón, llegó a manos del INI, a la altura del 1 de agosto del pasado año, en una situación deplorable: un patrimonio neto negativo de 178 millones de pesetas y unas pérdidas acumuladas en aquel momento de 498 millones, además de haber capitalizado como gastos amortizables otros 145 millones de pesetas. La estructura financiera actual, difícilmente soportable para cualquier empresa, se resume en un endeudamiento a corto plazo de 1.909 millones de pesetas, por 442 millones a largo. Los gastos financieros durante 1983 se elevaron a 472 millones de pesetas, sobre una facturación de 2.984 millones para el conjunto del año.

La llegada del INI se produjo en un contexto de acuerdo con las entidades financieras de la provincia, con el objetivo puesto de posicionar Olcesa en el mercado aceitero y asegurar su viabilidad y futuro. En ese acuerdo estaba previsto que Endiasa, la división alimentaria del INI en la que quedaba integrada Olcesa, asumía el 51% del capital con la aportación de 600 millones de pesetas, mientras toda la financiación de los créditos de campaña, hasta un montante de 2.500 millones de pesetas, correría a cargo de las Cajas de la provincia.

Incumplir compromisos

Fuentes de Endiasa señalan que las entidades financieras provinciales citadas han estado lejos de cumplir sus compromisos. Así las cosas, en 1983 se contabilizaron unas pérdidas de 545 millones de pesetas, lo que, unido a un capital social negativo de 149 millones, hacía imprescindible la capitalización de la sociedad para seguir adelante. Se proyectó entonces en una ampliación en dos fases, destinada a cubrir el inmovilizado material fijo, cifrado en 1.640 millones de pesetas. De la primera fase de la operación, por importe de 600 millones de pesetas, sólo consiguieron cubrirse 280 millones.En esta situación, el 2 de septiembre pasado se acordó reducir el capital social a cero y efectuar una ampliación de 1.050 millones de pesetas, que sería suscrita por sus accionistas actuales en las siguientes cantidades: Caja Rural de Cuenca, 100 millones; Caja de Ahorros de Cuenca y Ciudad Real, 200 millones; Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha, 180 millones; INI, 550 millones y el resto, hasta la cifra mencionada, sería cubierto por agricultores-accionistas de la zona.

Pero la Caja Rural se ha negado en redondo a acudir a esta ampliación, siguiendo órdenes directas del Banco de Crédito Agrícola al que está asociada, a causa de la política de saneamiento que el BCA está imponiendo en numerosas cajas rurales víctimas de una precaria gestión anterior. Por el lado del INI, la situación no es más alentadora. Fuentes del holding público han señalado que Endiasa ha recibido órdenes estrictas de ir a la ampliación sólo en el caso de que el resto de sus actuales accionistas cumplan sus compromisos y acepten su parte alícuota del sacrificio. En estas condiciones, la ampliación está empantanada, con créditos vencidos y proveedores sin pagar por doquier. Asediada por demasiados enemigos fuera y por bastantes escépticos que no creen en su futuro dentro, el futuro de Olcesa pende de un hilo a punto de romperse.

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