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Un nuevo mapa político para el Magreb

La presidencia bicéfala de la alianza entre los dos Estados, factor clave del nuevo entendimiento entre Marruecos y Libia

El tratado de unión de los Estados de Marruecos y Libia, que aprobaron ayer mayoritariamente libios y marroquíes, a pesar de los numerosos organismos en común que instituye, reposa fundamentalmente sobre el entendimiento de su presidencia bicéfala, Hassan ll-Muamar el Gadafi, que es estrictamente personal, insustituible e intransferible. La unión de Estados Marruecos-Libia, desde un punto de vista del derecho constitucional o del derecho internacional, no es una federación, ni una confederación, y tampoco es una fusión, como había intentado Gadafi en ocaciones anteriores con otros Estados árabes.

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Aunque la existencia de numerosos órganos comunes -tales como consejos económico, político, cultural y de defensa, un consejo de ministros común, un parlamento común, un secretariado permamente- sugieren, efectivamente, que se trata de una unión de Estados en la acepción internacionalmente reconocida de esta figura, las limitadísimas facultades que el tratado prevé para estas instituciones reserva para la presidencia bicéfala todas las facultades inherentes a la unión. Esas facultades, de acuerdo con el articulado, se ejercerán de manera estrictamente personal por Gadafi y Hassan II mancomunadamente.Los artículos 3, 4, 5 y 6 establecen la creación de consejos político, económico, cultural y de defensa comunes para la unión, un parlamento común, integrado por diputados marroquíes y miembros del Congreso General (parlamento) de la Yamahiria libia, así como una comisión ejecutiva común, constituida por el consejo de ministros marroquí y el comité popular general (Gobierno) libio.

Sin embargo, esos mismos artículos establecen que los consejos son órganos meramente consultivos de la presidencia bicéfala, y que el consejo de ministros común, llamado en el tratado Comisión Ejecutiva Común, se limita a ejecutar las directrices que emanen de la presidencia bicéfala.

Pero la presidencia bicéfala no es, la panacea del tratado. El artículo 11 especifica que cada Estado conserva sus competencias soberanas y que ambos se comprometen a no ingerirse en los asuntos internos del otro. Ambos conservan, igualmente, toda la libertad para llevar a cabo una política exterior independiente y mantener sus actuales y diferentes tratados y los que en el futuro puedan firmar con terceros países.

Las únicas facultades que aún no han sido especificadas son las del secretariado permanente, que residirá, alternativamente, cada dos años en un país, a comenzar por Libia, y que estará presidido por un representante del país que no sea sede. Según declaración del propio rey Hassan II, que ha confesado que tuvo la inspiración de proponer esta unión de Estados -en la cual no había pensado nunca antes- en el transcurso de una conversación con un emisario libio el 13 de julio pasado, la unión marroquí-libia de Estados dispondrá de un alto tribunal de justicia, creación solicitada expresamente por Muamar el Gadafi. El objetivo de este organismo es permitir que cualquiera de los dos Estados que interprete de manera diferente el tratado de la unión puede recurrir al arbitraje de ese tribunal común.

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Lo más claro de la unión es el artículo 12, que establece que "toda agresión de que fuera objeto uno de los dos Estados constituirá una agresión hacia el otro Estado. Con ello se prejuzga la necesidad de crear un sistema de defensa y seguridad comunes, que es lo que más ha preocupado a los otros países magrebíes -Argelia, Túnez y Mauritania-, ligados a su vez por otros tratados similares en lo defensivo, y a los principales aliados occidentales de Marruecos.

El presidente francés François Mitterrand ya escuchó el jueves, durante una larga partida de golf en Irán, de boca del rey Hassan II, la explicación que éste haya podido dar sobre cuál será la actitud de Marruecos caso de confrontación libio-francesa a propósito de Chad. Es muy probable que Estados Unidos, ligado a Marruecos por un importante acuerdo militar se sienta preocupado por saber cuál será la actitud de Marruecos en una eventual confrontación armada entre Estados Unidos y Libia, que no es posible descartar en absoluto a consecuencia de los numerosos choques ocurridos ya o por ocurrir entre aviones libios y la Sexta Flota norteamericana del Mediterráneo en el golfo de Sidra.

Este es el artículo que, a pesar de las protestas y de la irritación marroquí con la Prensa española, convierte en legítima la actitud de analizar las implicaciones militares para España de la unión, a causa de la reivindicación marroquí de Ceuta y Melilla, y al menos como hipótesis de trabajo. La unión libio-marroquí tiene, a causa del conflicto del Sáhara, un carácter de defensa de la integridad territorial de sus dos firmantes. El rey Hassan II se preocupó, en su discurso del día 20 de agosto, por precisar que considera incompleta la integridad territorial de Marruecos debido a Ceuta y Melilla.

A pesar de todas sus limitaciones señaladas, la unión de Estados libio-marroquí no deja de trastrocar todos los equilibrios militares y políticos en el norte de África, sobre todo y por tanto los presupuestos de proyección hacia la zona de Estados Unidos y la Unión Soviética, y desde luego de los países occidentales interesados en la región. Los acuerdos militares de Libia con la URSS y de Estados Unidos con Marruecos pueden ser, a medio plazo, la prueba de fuego de la solidez de la unión.

Presiones sirias

De momento, sin embargo, la alianza Gadafi-Hassan II ha suscitado también las mayores presiones del presidente sirio, Hafez el Assad. Sus aprensiones se comprenden porque Gadafl y Hassan II (y con él Arabia Saudí) quieren, por motivos y objetivos distintos, una solución diferente a la siria para el conflicto de Oriente Próximo y Palestina.Arabia Saudí, apoyada por Marruecos, intenta, mediante la supresión de toda ayuda financiera, obtener la adhesión del rey Hussein de Jordania al plan norteamericano de paz. Dentro de esos planes está la pretensión de lograr la sustitución de Yassir Arafat como presidente de la OLP por Jaled el Hassan.

Libia también aboga por esa sustitución, aunque su actitud sobre el conflicto de Oriente Próximo es mucho más radical y militante que la de Marruecos, y desde luego se centra en la colocación de todas las potencialidades militares y económicas de los árabes al servicio de una guerra con Israel.

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