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La reducción de los incrementos, salariales desde 1977 no ha significado mayor inversión productiva, según el profesor Trullén

Andreu Missé

El aumento de la participación del excedente bruto de explotación en el producto interior bruto (PIB) logrado desde 1977 a costa de las remuneraciones a los asalariados no se destinó a inversión. El desarrollo de esta tesis y sus consecuencias sobre la política económica constituyen el eje central de la conferencia que pronunciará el profesor Joan Trullén en la Universitat Catalana de Estiu, en Prada (sureste de Francia).

En el acto inagural celebrado ayer, Trullén avanzó las ideas esenciales de análisis, entre las que destaca la debilidad de las tesis oficiales que hacen depender la recuperación de la inversión de la contención de las rentas salariales. En este sentido, señala que el período en que se registró un mayor aumento de la inversión (1972, 1973 y 1974) coincidió también con un aumento de la participación de los sueldos y salarios en el PIB, a costa de reducirse la participación del excedente bruto de explotación. Por el contrario, desde 1979 -año en el que se inició un crecimiento continuado de la participación del excedente bruto de explotación- la inversión no ha cesado de caer.

En base a los datos facilitados por el Banco de España diversos economistas, en especial los profesores Antoni Garrido, Esteve Sanromá y el propio Joan Trullén, han observado en algunos trabajos colectivos, que. la remuneración de los asalariados ha pasado de representar el 55,0% del PIB en 1977 al 51,2% en 1983. Paralelamente, en el mismo período, el excedente bruto de explotación ha pasado de representar el 39,7% al 42,7% del PIB. Es significativo destacar que ha sido precisamente en 1983 cuando más notoria ha. sido la caída de la participación de las rentas salariales (-1,3%) y el aumento del excedente empresarial (+0,8%).

Diferencia de criterios

A la vista de estos datos, Trullén concluye que "la evidencia disponible señala que no sólo no aumentó la inversión al reducirse la participación de los salarios, sino que parece ocurrir todo lo contrario: las épocas de mayor crecimiento de la inversión han coincidido con las de mayor expansión de la participación de salarios en el PIB".Estas afirmaciones abren una brecha importante en la estrategia elaborada por el Gobierno para salir de la crisis, según este profesor, quien recuerda el modelo oficial dibujado por el secretario de Estado de Economía y Planificación, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, en octubre de 1983: "¿Por dónde creemos que va a venir ese aumento del 0,8% de la demanda interna si para el conjunto del PIB se ha previsto un incremento del 1,7%?. Creemos que puede venir por el lado de la inversión, que después de muchos años de comportamiento negativo pensamos que en 1984 puede tener un comportamiento positivo, porque toda la política va enfocada a un aumento de la mejora de excedentes de explotación".

En parecidos términos se había expresado el ministro de Economía, Miguel Boyer, en su comparecencia ante la Comisión de Economía del Senado en junio de 1983. En aquella ocasión, Boyer, tras señalar que la presión impositiva sobre las sociedades estaba bajando desde la reforma fiscal, manifestó: "No tenemos la orientación de aumentar la presión fiscal sustancialmente sobre las sociedades porque creemos que en esta etapa la recuperación del excedente empresarial es fundamental".

Para Trullén, el razonamiento de Boyer sigue los siguientes pasos: "La economía española está distorsionada por la inflación. Luego hay que reducir la cantidad de dinero para frenar la inflación. Para ello debe bajarse el crédito disponible. Esto significará una disminución de recursos del sector privado. Pero esta situación se puede corregir propiciando un aumento del excedente de las empresas. De esta forma, reduciendo los salarios las empresas podrán autofinanciarse sin necesidad de acudir tanto al crédito".

El hilo argumental parte de una premisa básica: "La reducción del crédito disponible del sector privado será compensada. por el incremento del excedente de explotación de las empresas que tratarán de autofinanciarse a costa de las rentas salariales. Es decir, toda la política oficial en este punto consiste en impulsar el aumento del excedente para que crezca la inversión". Sin embargo, la economía española no se ha comportado con esta lógica y los datos disponibles demuestran que el incremento del excedente de explotación no se ha traducido en un aumento de la inversión.

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