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Juegos de la 23ª Olimpiada de la era moderna

Así se caen los dioses.

Las provocaciones del británico Steve Ovett sobre la pista no son nuevas. Minutos antes de la prueba, se transforma y se convierte en un ser intratable. Antes, insultaba a sus rivales. Ahora, Ovett se ha inventado una nueva técnica de humillación. Segundos antes de la salida, mira fijamente a todos los rivales, observa que todos le miran porque es el hombre a ganar. Se lleva las manos al estómago, comprime el gesto y aprieta. El aire sale sonoro. Los atletas no saben si reir o ignorar la grosería. El pasado domingo, sus rivales tuvieron ocasión de tomarse la revancha. Ovett se confió en exceso y a punto estuvo de no clasificarse para la final de los 800 metros lisos. En su esfuerzo para meterse entre los cuatro primeros, Ovett perdió el equilibrio y, pese a clasificarse, acabó tirado sobre el tartán.

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