_
_
_
_
_
Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La Iglesia en Nicaragua

Me parece bien y muy comprensible que el señor Reagan, para defender sus múltiples intereses en Centroamérica, utilice el argumento del anticomunismo. Pero que la Iglesia, en sus representantes, a veces máximos, haga suyo este mismo argumento significa para mí dos cosas: o ingenuidad o complicidad.Pero, claro, en Nicaragua, durante casi 50 años de dictadura, Somoza se proclamaba anticomunista y fiel católico de la Iglesia. Anticomunista lo entiendo, pero ¿fiel católico? ¿Se puede concordar algún punto de la vida y política de los Somoza con el Evangelio?

El año 1942 monseñor Lezcano y Ortega coronó en el estadio nacional a Lilliam Somoza Debayle, hija del dictador Somoza, con la corona de oro de la Virgen de la Candelaria, con toda la solemnidad del rito católico y pronunciando emocionado la bendición del estilo.

En 1956, Rigoberto López Pérez ajustició en León al injusto Somoza García. Pero la Iglesia realzó la calidad de este su hijo católico enterrándolo con honores de príncipe de la Iglesia.

Y no quiero afirmar con esto que la jerarquía eclesiástica estuviera siempre, en Nicaragua, de parte de los dictadores y la opresión. El obispo Antonio Valdivieso llegó a Nicaragua en 1544. Pronto conoce y denuncia ante el rey de España las opresiones y las injusticias de que son objeto los indios. El 26 de febrero de 1550 es asesinado en la ciudad de León por decreto de los hacendistas Contreras.

El obispo Navas (1683) sigue el mismo camino. Y nadie ignora que las primeras manifestaciones pidiendo la independencia de España fueron encabezadas por dos sacerdotes: fray José Antonio Moñino (hijo de indios libres y primer cura nicaragüense) y el cura diocesano Tomás Ruiz.

El año 1811, el obispo Nicolás García Jerez es nombrado gobernador de Nicaragua y actúa como un astuto político al servicio del imperio español.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Sin embargo, por ese mismo tiempo muchos sacerdotes, en contra del obispo Nicolás y de otras autoridades eclesiásticas que se oponían a la independencia, organizaron al pueblo y asumieron el cargo de diputados durante la rebelión. Así, fray Benito Miguelena, el padre Benito Soto, el padre Rafael de la Fuente, fray Salvador Barrios, etcétera.

Por ese tiempo, también los papas de Roma se oponen a que los países latinoamericanos se independizaran de España: "Hemos recibido las funestas noticias de la deplorable situación de estas regiones por la cizaña de la rebelión contra nuestro amado rey de España" (León XI, 24 de septiembre de 1824, en su encíclica Etsi iam diu).

Después de muchos años de luchas, desórdenes y guerras, los conservadores llegaron en Nicaragua al poder. En 1862, el papa y el Gobierno conservador firman un concordato. Tiene 28 puntos. Algunos eran éstos:

-La religión católica era la del Estado.

- La enseñanza de las escuelas debe ser según la doctrina de la Iglesia.

- Los obispos tienen el derechó a censurar libros y periódicos.

- El Gobierno debe sostener económicamente al obispo y al seminario.

- El Gobierno podrá presentar candidatos para ser obispos.

- Los párrocos serán nombrados por el presidente de la República.

A finales del siglo XIX, la burguesía cafetalera, liberal, luchó por el poder, y lo consigue en 1893 con el presidente Zelaya. Querían reformar la sociedad nicaragüense y además adueñarse de tierras y jornaleros baratos para la siembra y corte de café. Esta nueva clase liberal anula el concordato de 1862, separando a la Iglesia del Estado. Es en esos momentos de conflicto entre conservadores y liberales cuando intervienen los norteamericanos, comprando a los conservadores para derrocar a Zelaya (1909) y ocupando Nicaragua.

Frente a la intervención yanqui hubo alzamientos populares. En Masaya combatio Benjamín Zeledón. La Iglesia jerárquica (aliada de los gobiernos conservadores vendepatrias) se mantuvo siempre al margen. El obispo Pereira (9 de diciembre de 1912) no se deja arrastrar por este silencio cómplice y tuvo un gesto histórico al denunciar la intervención y la prepotencia yanqui.

La jerarquía en la dictadura

¿Qué hizo la jerarquía durante la tiranía de los Somoza?

Dos años antes del triunfo de la revolución sandinista, las relaciones del actual arzobispo de Managua, monseñor Obando, con el dictador eran excelentes. Tengo como significativo recuerdo histórico una foto donde el arzobispo abraza efusivamente al dictador. ¿Y con quién estaba la mayor parte del clero? Tengo también un ejemplar de La Prensa, único periódico existente en la dictadura, donde en el año 1977 aparecen más de 50 fotos de sacerdotes diciendo misa en sus respectivas iglesias por la pronta recuperación de la salud de Somoza.

En la insurrección contra Somoza hubo, en la fase final, coincidencia y suma de todas las fuerzas para luchar contra él. Pero de una y otra manera, con una y otra intención. Las fuerzas conservadoras y burguesas fueron antisomocistas porque vieron llegar el momento de arrebatarle el poder a Somoza, pero no por presentar un modelo de sociedad alternativo donde los partícipes y los ganadores fueran la mayoría; es decir, los más pobres. Por lo cual, arraigado el triunfo popular revolucionario, y comprobado que la revolución era efectiva y consecuente con sus promesas, las clases pudientes se mostraron progresiva y lógicamente antirrevolucionarias, cada vez más antipueblo.

Actualmente son muchos los hechos que confirman el alejamiento progresivo de la jerarquía eclesiástica de la revolución nicaragüense y su aproximación, a la clase más pudiente.

Ya es sintomático que el arzobispo norteamericano O'Conner (almirante naval jubilado y ex responsable de los capellanes militares del Ejército de EE UU), después de la reunión que el 18 de abril tuvo con el señor Reagan, dijera que a pesar de todo lo que Reagan les había dicho, los obispos norteamericanos no habían variado su postura de oposición a la política norteamericana hacia Nicaragua.

En 1967 sube al poder Anastasio Somoza Debayle. Con él aumenta la represión, los abusos, la crueldad. Para ese entonces, el FSLN (fundado justo en el año en que empezó el Concilio Vaticano II) ya organizaba la rebeldía del pueblo cada vez más oprimido por los Somoza.

En esa organización iban a estar presentes desde el principio muchos cristianos, laicos y sacerdotes, que combatirían la dictadura.

La experiencia de una nueva iglesia, que nacía del pueblo pobre, anunciaba con palabras y obras la posibilidad de una sociedad más justa.

Por primera vez en la historia se daba una participación tan amplia de cristianos en puestos de responsabilidad en un Gobierno revolucionario: desde ministros, dirigentes de cooperativas, líderes de organizaciones populares hasta bases organizadas en las distintas tareas de reconstrucción.

"Vivimos hoy en nuestro país una ocasión excepcional de testimoniar y anunciar el Reino de Dios...

Nunca como ahora en la situación de Nicaragua ha sido tan urgente ratificar convencidamente la opción preferencial por los pobres...

Pensamos que una cosa es el hecho dinámico de la lucha de clases, que debe llevar a unajusta transformación de las estructuras, y otra el odio de clases...

Con las mayorías nicaragüenses, lo que pretendemos es un proceso que camine firmemente hacia una sociedad plena y auténticamente nicaragüense, no capitalista, ni dependiente, ni totalitaria".

(Documento de los obispos de Nicaragua. 17 de noviembre de 1979).

La historia habrá de aclararnos por qué esta declaración ha quedado, por parte de la mayoría de los obispos nicaragüenses, en vacía e irónica promesa. Y habrá de explicarnos lo que de responsabilidad ha tenido en el bloqueo y posible frustración de la revolución sandinista.

En todo caso, como a obispos, el pueblo les hace esta pregunta: ¿ustedes son obispos, anunciadores del Evangelio, o políticos, servidores de un proyecto imperialista?

Benjamín Forcano es escritor y profesor de Teología Moral.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_