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Reagan y Thatcher tratan en Londres de la crisis del Golfo y las nuevas propuestas de diálogo a la Unión Soviética

Soledad Gallego-Díaz

El presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, que se encuentra en Londres para asistir a la cumbre de países industrializados, se ha entrevistado en dos ocasiones con la primera ministra británica Margaret Thatcher, desde su llegada el lunes por la tarde, para discutir sobre los últimos acontecimientos en la guerra del Golfo y sobre sus nuevas propuestas de diálogo a la Unión Soviética. Reagan visitó ayer también a la reina de Inglaterra, con quien acudirá hoy a Normandía para conmemorar el 40º aniversario del día D.

La Regada de Reagan a Londres ha estado precedida de una virulenta polémica en los medios políticos británicos a propósito de la decisión de autorizar a sus guardaespaldas a llevar armas de fuego. Hasta ahora, Scotland Yard había asegurado que se encargaría directamente de la protección del presidente y que nadie, excepto sus propios agentes, portaría armas de fuego. En el último momento, el Gobierno británico desautorizó a la policía londinense y permitió que los agentes del servicio de seguridad de Reagan organizaran su propia vigilancia armada en torno al presidente estadounidense.Al margen de esta anécdota, Ronald Reagan ha aprovechado su temprana llegada a Londres (la cumbre no comenzará hasta mañana jueves) para poner al día a la primera ministra sobre sus últimos movimientos y muy especialmente sobre el alcance de su discurso en el Parlamento irlandés sobre las negociaciones Este-Oeste. La oferta de Reagan ha sido bien acogida por Thatcher. La primera ministra británica comparte en buena medida los planteamientos del presidente norteamericano sobre relaciones con la Unión Soviética y se ha mostrado siempre dispuesta a manifestar públicamente su apoyo.

Encuentro a solas

Menos evidente es la coincidencia de puntos de vista en el conflicto del Golfo. La primera ministra británica se mostró ya en su día muy reacia a participar en la fuerza de paz para Líbano y ha expresado en varias ocasiones su temor a que Estados Unidos se vea envuelto en conflictos armados de consecuencias imprevisibles. Margaret Thatcher es partidaria de actuar en la guerra del Golfo con extrema prudencia y, pese a todas sus diferencias con Irán, ha procurado mantener canales de diálogo con el régimen de Jomeini. Pilotos iraníes reciben entrenamiento en una antigua base de la RAF, propiedad ahora de una empresa privada, sin que el Gobierno haya opuesto la menor objeción.

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Fuentes diplomáticas inglesas señalaron que Thatcher "expondría sinceramente" sus puntos de vista a Reagan. La primera ministra ha querido, incluso, mantener una entrevista absolutamente privada con su huésped. Durante una hora, ambos hablaron sin testigos. Sólo en la cena se les unieron los respectivos ministros de Asuntos Exteriores y de Hacienda, así como otras personalidades encargadas de preparar la cumbre económica y, sorprendentemente, el consejero para asuntos de seguridad nacional, Robert McFarlane, que acompaña a Reagan en su viaje.

Entre los temas suscitados en dicha conversación privada puede encontrarse el de la posición norteamericana ante el conflicto de Irlanda de¡ Norte. Reagan prometió durante su visita a la República de Irlanda tantear la auténtica opinión de Margaret Thatcher sobre las iniciativas de Dublín recogidas en el Nuevo Foro.

El problema es lo suficientemente delicado como para que Reagan y Thatcher aprovechen la charla privada. Hasta ahora, Londres se ha mostrado frío, limitándose a señalar que estudiará con detalle dichas conclusiones, pero sin alentar las esperanzas de los moderados conservadores que querrían que Thatcher tomara alguna iniciativa. Portavoces norteamericanos señalaron que durante la cena se plantearon los principales temas que serán objeto de análisis en la cumbre.

Ronald Reagan advirtió a su colega británica que Estados Unidos continuará adelante con las líneas maestras de su política económica y le solicitó apoyo para sus planteamientos. Margaret Thatcher, por su parte, expresó sus reservas sobre el déficit presupuestario norteamericano y sobre el aumento de los tipos de interés, que tanta repercusión tiene en la economía británica.

Todo parece indicar que Reagan no adoptará una posición a la defensiva frente a las recriminaciones de los europeos, sino que mantendrá una actitud agresiva, insistiendo en que su política económica es la que actúa como locomotora de la recuperación mundial. Margaret Thatcher, que es la anfitriona de la reunión, deberá buscar los puntos de acuerdo, sin olvidar que Estados Unidos se encuentra en etapa preelectoral. La primera ministra intentará devolver el favor que Reagan le hizo durante la anterior cumbre, pocos días antes de que se celebraran las elecciones británicas, cuando el presidente norteamericano hizo todo lo que pudo para potenciar la figura de su amiga y admiradora.

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