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Las dudas del goberndor

La corrida prevista para hoy estuvo a punto de ser suspendida ayer, debido a que no habían llegado a la plaza los toros de debían sustituir a los desechados por los delegados del gobernador civil de la provincia, Eugenio Burriel, en el reconocimiento previo. Al final, el camión llegó y todo volvió a la normalidad, ésa que gusta establecer a los responsables del negocio taurino, pero que tanto hace padecer a quienes nada llevan en el lance.Y decíamos ayer que la autoridad estaba tomándose en esta plaza muy en serio su competencia, que los intereses de los aficionados estaban en buenas manos. Incluso habrá quien piense que la postura del primer mandatario provincial es dura, pero responde más a una actitud aleccionadora y correctora de anteriores lacras.

El camino de las escuelas

Por su parte, Enrique Martín Arranz, director artístico -o algo así- de la Escuela Taurina de Madrid, vilipendiado por unos y con el reconocimiento de los más, sigue haciendo una labor positiva en favor de la fiesta, con un claro criterio didáctico.

A los chavales -caso El Bote o, en su día, a Campano-, cuando menos, les imprime la impronta del oficio y soltura para que ejecuten las distintas suertes con aire torero. Pero además, fuera de la plaza, el hombre también se toma en serio su papel pedagógico, y en el hotel, mientras el aprendiz de torero se despoja de los trastros de torear, destierra la figura trasnochada del adulador y mantiene una conversación bastante más constructiva que una retahíla de halagos. Trata de llamar a cada cosa por su nombre. Más o menos así: 'Mira, Bote (es el caso), seguro que mañana más de un crítico de los considerados como buenos aficionados te va a poner bien. Y no van a estar equivocados. Pero esto (se refiere Martín Arranz al mundo del toro), no es así. La novillada ha podido estar falta de casta, pero ha dejado estar. Ha embestido y además tenía presencia. Y tú no le has cortado las orejas. Has estado aseado, y eso no es Suficiente'. 'Lo que me quitaría a mí la razón, querido Bote', repite, 'es que ahora mismo el empresario de esta plaza me hubiera llamado para firmar un puñado de fechas. Y, como ves, el teléfono no suena. Hay que espabilar'.

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