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El mundo del arte desfila ante la capilla ardiente de Juana Mordó

Un constante desfile de pintores, galeristas y todo tipo de personas vinculadas al mundo del arte como el director general de Bellas Artes, Manuel Fernández Miranda, se produjo durante todo el día de ayer ante la capilla ardiente de Juana Mordó, instalada en el local que precisamente hoy cumplía 20 años como galería de arte. Los restos mortales de la galerista saldrán a las once menos cuarto de la mañana de hoy hacia el cementerio de la Almudena, donde se procederá a su incineración, a las once y media. Antes, a las diez de la mañana, se interpretará, en la propia galería, un concierto de música sefardí a cargo de Gregorio Paniagua.Las paredes de la sala donde se encontraban los restos de Juana Mordó, y que a lo largo de estos 20 años han exhibido los trabajos de casi toda la vanguardia plástica española, se mostraban ayer totalmente desnudas. Helga Alvear, compañera de Juana Mordó en la gestión de la galería y copropietaria del local de la calle de Villanueva, 7, recibía las condolencias y palabras de cariño de todas las personas que iban pasando por el local.

Esperanza Nuere, una de sus cinco colaboradoras más próximas durante estos últimos 20 años, anunciaba, con el inevitable nudo en la garganta, que las galerías Juana Mordó proseguirán con el trabajo diseñado por su creadora. "La continuidad va a ser absoluta. No sólo porque ella había esbozado lo que sería nuestro trabajo de los próximos tres años, sino porque todas las que trabajamos aquí estábamos animadas de su mismo espíritu".

El antes y el después

Eduardo Arroyo, uno de los pintores que trabajó con Juana Mordó y que no pasó ayer por la galería por encontrarse en París, declaró a EL PAIS que, pese a que las dos únicas experiencias artísticas que tuvo con ella fueron dos grandes catástrofes (la exposición de 1963 fue clausurada por la censura y la de 1977 resultó un fracaso organizativo), puede asegurarse que Mordó fue la gran marchante que consiguió sacar de la clandestinidad lo mejor de la creación plástica contemporánea."Estoy muy impresionado" -dice Eduardo Arroyo- "porque era una mujer de tanta sabiduría como ternura. Creo que toda nuestra generación le debemos su lucha incansable por sacar de la clandestinidad y de la oscuridad el arte contemporáneo. Todos sabemos que antes de ella era impensable la posibilidad de vender uno de nuestros cuadros. No había cauces y ella los creó. Su militancia a favor del arte actual ha supuesto el que nos deje ya hecho un camino gracias al cual nuestro arte será reconocido tanto dentro de España como fuera".

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