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El Madrid perdió su primera oportunidad en Italia

Luis Gómez

El Real Madrid no pudo aguantar el ritmo de los tres últimos minutos y perdió una primera gran oportunidad para situarse en la final de la Copa de Europa. El Ford Cantú sacó al final un resultado (84-78), más holgado de lo que hubiera sido justo, porque la igualdad en la cancha fue extraordinaria. El Real Madrid terminó el encuentro con sensación de impotencia y desesperación y tendrá que intentarlo definitivamente en Milán, ante el Billy, la próxima semana.El Ford Cantú sólo ha perdido un encuentro internacional en su cancha, de 57 disputados. Es un récord muy elocuente que muestra a las claras lo difícil que es obtener un éxito en este escenario. El pronóstico se cumplió, pero el Madrid estuvo más cerca de lo que cabe pensar para obtener su pase a la final. Al descanso llegó con dos puntos de ventaja y estuvo en situación, durante la segunda parte, de haber intentado el despegue.

Pero lo que tenía que haber ocurrido no llegó y unos cuantos errores aliviaron la tensión con la que jugaba el Ford Cantú, que no veía muy claro una victoria sobre el conjunto madridista. Habrá que seguirse preguntando por qué Dalipagic sólo cumple durante veinte minutos, dado que después de conseguir 18 tantos en la primera parte con un alto índice de aciertos, sólo pudo ampliarlos a siete en la segunda. Habrá que preguntarse por qué Rullán, después de su demostración de acierto contra el Maccabi, se pasó media segunda parte fallando todos los tiros a canasta. Habrá que preguntarse, y eso quizás sea más lógico, por qué el Real Madrid, en un momento dado, comenzó a fallar en los rebotes. Habrá que preguntarse, por último, si Lolo Sainz no podía haber intentado algo desde el banquillo. Sin estos cuatro factores, que no debieran haberse producido, quizás el Real Madrid habría sorprendido en Cantú para convertirse en el primer equipo europeo que gana en esta cancha. Porque la única derrota sufrida por el Ford, antes llamada Forst, sucedió ante el Mobilgirgi, también italiano, en el año 76.

Hasta tres minutos del final aún quedó esperanza para la victoria. A tres minutos del final, el Ford Cantú sólo aguantaba en la pista con dos puntos de ventaja y había serias dudas en algunos de sus hombres. Incluso el increíble Riva del primer tiempo se oscureció y Marzoratti no pudo imponerse a Corbalán, y contagiar a sus jugadores de un ataque más fluido. En ese momento, los jugadores del Real Madrid perdieron un tanto los nervios, ampliaron sus errores en el rebote e intentaron lanzamientos desesperados. Hasta ese momento el juego había sido de una gran igualdad, de una gran emoción y de un alto nivel de juego, aunque esta circunstancia se detectó más en una primera parte con escasos fallos en ambos equipos.

Cuando Lolo Sainz alcanzó los vestuarios en el descanso, con victoria escasa para su equipo (45-47), la coyuntura era preocupante y sólo existía un rayo de esperanza. Comenzar la segunda parte con Romay inutilizado por cuatro personales y Rullán, con tres, al borde del peligro, significaba afrontar otros 20 minutos con las fuerzas reboteadoras un tanto escasas. Quedaba la esperanza de que Fernando Martín se superase e hiciera de pivot para todo y de que, al fin, la zona 2-3 que había implantado mediada la primera mitad hubiera significado que el certero Riva detuviese un tanto su inquietante actividad transformadora. La primera parte resultó tremendamente igualada con ventajas para ambos equipos que rápidamente eran anuladas. Sólo el Ford Cantú se adelantó en seis tantos en un momento de éxtasis encestador de Riva, quien en los diez primeros minutos llevaba 14 puntos en su haber.

Los veinte primeros minutos fueron de baloncesto de máxima altura europea, no porque resultaran espectaculares, sino porque ambos equipos evitaron en gran medida los fallos. Y, en este sentido, Dalipagic fue todo un ejemplo porque logró 18 tantos y sólo falló un tiro. Riva lo intentó más y, por ello, fracasó en tres lanzamientos y hasta dejó a sus aficionados boquiabiertos al errar un tiro libre. A Riva se le supone una exactitud encestadora, por lo que sorprende de él cualquier fallo. Las esperanzas que pudieron existir en el descanso de que el Madrid lograra imponer alguna ventaja en el marcador no se concretaron, y a pesar de que los jugadores madridistas tuvieron a los aficionados italianos con el corazón en un puño, al final quedó claro que el Ford Cantú ganaba en dosis de experiencia. Una experiencia fundamental para aguantar el tipo en los tres minutos finales.

Tras este resultado, el Real Madrid tendrá su última oportunidad el próximo jueves en Milán.

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