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Kohl pretende que las elecciones del 6 de marzo refrenden la coalición conservadora-liberal que derribó a Schmidt

Al cumplirse los cien días de gobierno de la coalición entre democristianos (CDU-CSU) y liberales (FDP), el presidente de la RFA, Karl Carstens, acordó ayer la disolución del Parlamento federal (Bundestag) y la convocatoria de elecciones federales para el próximo 6 de marzo. A regañadientes, según se trasluce de su discurso transmitido ayer a todo el país, Carstens accedió a la disolución del Bundestag para dar vía libre a las elecciones anticipadas.

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Desesperación liberal

"No quiero silenciar", dijo el presidente federal, "que las dificultades planteadas me dieron que hacer". Carstens se refiere a los problemas constitucionales derivados de una pérdida ficticia de la confianza parlamentaria del actual canciller, Helmut KohI.La coalición CDU-CSU-FDP tiene mayoría suficiente en el Bundestag para gobernar hasta el final de la legislatura en 1984, pero el único camino para convocar nuevas elecciones era la dimisión de Kohl o perder una moción de confianza. Kohl se inclinó por la vía de simular una pérdida de confianza. Este procedimiento a muchos expertos les parece anticonstitucional, pero se trata de cumplir la palabra dada en el momento de derribar al Gobierno de Helmut Schmidt. Kohl se comprometió a convocar nuevas elecciones, para que el electorado apruebe o rechace la coalición, que hoy cumple cien días en el poder.

Los mismos problemas

Cuando faltan dos meses para las elecciones federales anticipadas, las cosas se le han complicado algo al canciller Kohl. El cambio en Bonn no produjo el efecto de una mejoría inmediata en la situación económica de la República Federal de Alemania. Después de cien días, ha quedado claro que los democristianos no tienen ninguna panacea para curar al enfermo. Las cifras de parados aumentaron en los últimos cien días. La coalición de centro derecha incrementó incluso el déficit público, que tanto criticaron los democristianos cuando gobernaba la coalición social-Iiberal (SPD-FDP).

Kohl se esfuerza, y en eso centrará su campaña electoral, por demostrar que todos los males del país se deben a la desastrosa herencia del Gobierno derribado el pasado 1 de octubre. El actual Gobierno corre el peligro de que los parados, que el pasado 1 de octubre eran los parados de Schmidt, se conviertan el próximo 6 de marzo en los parados de Kohl.

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El resultado de las elecciones de la ciudad-Estado de Hamburgo, el 19 de diciembre, ha servido para despertar la atención de los dernocristianos, que hasta ese día se sentían como seguros vencedores el 6 de marzo. En Hamburgo, aunque el resultado sea atípico y no aplicable a toda la RFA, el SPD consiguió una sensacional victoria y recuperó la mayoría absoluta, un 51,3% de votos, con un incremento de un 8,5% en seis meses.

Desde aquel día, los democristianos se sienten inseguros y creció la moral de la oposición socialdemócrata (SPD), que habían lanzado a la carrera por la cancillería a Hans-Jochen Vogel, un político de talento, pero marcado con un cierto tufo de perdedor.

Kohl, en sus cien días en el poder, no cometió errores de bulto, pero tampoco fue capaz de dar impulsos a la política de un Gobierno que nació bajo el estigma de Gobierno de transición que le otorgó el presidente de Baviera, Franz Josep Strauss, que siempre fue partidario de convocar elecciones inmediatamente después de la caída de Schmidt.

Kohl no lo hizo así, para dar un respiro a su socio de coalición, el ministro de Exteriores Hans-Dietrich Genscher y su partido liberal (FDP).

El carácter de transitorio y la incertidumbre sobre el futuro político de los liberales, que el 6 de marzo pueden desaparecer de la escena política federal si no llegan al 5% de votos, paralizó la acción de gobierno en Bonn.

En cien días, la coalición entre democristianos y liberales sólo ha dejado entrever lo que puede ocurrir después del 6 de marzo. El generalista Kohl se refugió en frases llenas de buena voluntad, como expresar "consternación" ante las nuevas cifras de paro, que baten todas las marcas en la historia de la RFA.

En una entrevista publicada ayer en el diario Bild Zeitung, Kohl dice lo que hay que hacer para superar la crisis: "Tenemos que salir de la postura pesimista. Valor cara al futuro, como en los años cincuenta. Entonces trabajamos duro y creímos en el futuro. Vamos a arremangarnos la camisa".

Con estas recetas, Kohl provoca la carcajada de los expertos e intelectuales, pero consigue un efecto nada despreciable sobre el elector.

Las próximas semanas mostrarán si Helmut Kohl es capaz de responder con algo más que tópicos llenos de buena voluntad al desafío que plantea una campaña electoral, que tendrá como temas centrales la difícil situación económica de la RFA y el estacionamiento de los nuevos cohetes atómicos en el territorio federal.

Con las nuevas propuestas soviéticas, el tema de los cohetes ha pasado a ocupar un lugar importante en la discusión política de la RFA.

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