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Las elecciones municipales, primera prueba para la gestión de Mitterrand

Las elecciones municipales, que se celebrarán el día 21 de marzo de 1983, se perfilan como el acto político que sancionará la gestión del Gobierno socialista francés desde que accedió al poder en mayo de 1981. Aunque estos comicios no pueden provocar una nueva alternancia de poder reflejarán la relación de fuerzas de la opinión respecto a la Administración de izquierdas.La vida política francesa se ha reducido a la batalla contra la crisis económica. El descontento de los adversarios del presidente François Mitterrand y la decepción de muchos de sus partidarios caracterizan el clima general del país. Pero la oposición conservadora liberal no es la beneficiaria, y hoy, de creer todas las encuestas, Mitterrand volvería a ser elegido jefe del Estado por el 53% de sus conciudadanos.

En Viena, en 1972, cuando acababa de firmar el programa común con el Partido Comunista Francés (PCF), el entonces primer secretario del Partido Socialista galo (PS), François Mitterrand, no se mordió la lengua ante sus colegas de la Internacional Socialista (IS) que le reprochaban su alianza con los comunistas: "Mi objetivo esencial consiste en rehacer un gran partido socialista a cuenta del electorado comunista", afirmó el hoy presidente de la República francesa.

Diez años después, aquel objetivo es una realidad en marcha, tal como lo atestiguaron las elecciones presidenciales y legislativas de mayo y junio, respectivamente, de 1981, en las que el PCF sufrió un tropezón considerado histórico, al perder el 5%, de su electorado normal del último cuarto de siglo. Pero si los comicios municipales del próximo mes de marzo confirman ese declive del comunismo francés, quien pagará los platos rotos del objetivo de Mitterrand será la mayoría socialista que hoy gobierna a Francia.

Toda la vida específicamente política francesa, al término de 1982, gira en torno a la primera consulta nacional, que tendrá lugar dentro de tres meses: las elecciones municipales. Y, en el marco de dichos comicios, el desenlace del pulso comunistas-socialistas (los dos partidos de la coalición gubernamental) centra un interés primordial. A su vez, los partidos de la oposición conservadora liberal harán de este voto, de carácter local, una manifestación política que, desde su perspectiva, debe traducir el desencanto de los franceses tras año y medio de Administrapión socialista.

Primera consulta bajo el PS

En el campo de la mayoría gubernamental, la preparación de los comicios municipales concluyó días pasados con el reconocimiento implícito de los socialistas de la tragedia que significaría para toda la izquierda el que el PCF se hunda también a nivel local, tras haberse desmoronado en el plano nacional (presidenciales) y en el departamental (legislativas), al inicio de las negociaciones PCF-PS, este último partido solicitaba la cabeza de listas en veintinueve grandes ciudades en las que el alcalde saliente era comunista. Al final, ante la intransigencia irreductible de la dirección comunista, el PS se conformó sólo con once de dichas ciudades.La oposición, a pesar de que la guerra entre giscardianos y neogaullistas es una perspectiva latente en cada instante, aleccionados por el desastre que fue su desunión en las presidenciales de 1981, acudirán a la batalla municipal como buenos compañeros de viaje.

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Resultados económicos

A pesar de la connotación fundamentalmente local de dichos comicios, todo está preparado y todo indica que la movilización y el voto se politizarán en extremo. El resultado final será presentado o explotado, por la derecha o por la izquierda, como un balance del año y medio del poder socialista.Pero el balance del año que termina será económico. El mitterrandismo, en efecto, llegó al puesto de mando del país con ansias transformadoras de la sociedad, en el sentido de la corrección de injusticias y de progreso global.

Pero el mítterrandismo topó con una crisis económica que, desde la oposición, había denunciado como única consecuencia de la gestión giscardiana, pero que una vez en el poder comprobó que, fundamentalmente, estaba determinada por un terremoto económico-financiero mundial, envenenado además por la confrontación Este-Oeste.

Los franceses continúan viendo en los socialistas a los mejores defensores de la justicia, pero un tanto por ciento, que oscila siempre entre el 60% y el 70%, no cree en los socialistas como gestores económicos ni considera que su política aporte remedios originales para resolver la crisis y los problemas del paro y de la crisis económica en general.

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