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La policía italiana descubre una importante red de traficantes de armas vinculados a las drogas y a grupos terroristas

Juan Arias

La redada de traficantes de armas realizada por los jueces de Milán en días pasados, y que ha llevado a la cárcel a 210 personas, podría tener serias repercusiones. El cerebro de esta imponente operación, que vendía desde pistolas hasta cañones a cambio de heroína, tenía las oficinas de su empresa fantasma -La Stiba- nada menos que en el segundo piso del edificio del Banco Ambrosiano de Milán, cuyo presidente era el suicidado Roberto Calvi.

Y por si esto fuera poco, en el piso de abajo vivía el ex vicepresidente del Ambrosoano, Roberto Rosone, que fue víctima de un atentado en el que resultó gravemente herido uno de sus atacantes, Danilo Abbroiati, un traficante que vendía armas a Nigeria.La posibilidad de que este tráfico clandestino de armas entre Italia y Oriente Próximo pueda estar relacionado con el terrorismo, con la Mafia, con la Logia P 2 y con el Banco Ambrosiano de Roberto Calvi ha provocado un gran revuelo en el mundo político y varios diputados han presentado ya preguntas en el Parlamento.

Según el juez de Trento que investiga el caso, Carlo Palermo, de 34 años y considerado, como uno de los magistrados más valientes de este país, las armas, que eran compradas, sobre todo, en Alemania, Suiza y Estados Unidos, se encaminaban después "a todo el Tercer Mundo", y en muchos casos "eran pagadas con droga". Según ha declarado este juez, que ha investigado en secreto durante casi dos años, en colaboración con el FBI y los servicios de seguridad militares italianos, algunos de los detenidos "están también acusados de terrorismo".

¿De qué color? "De todos", respondió el juez Palermo, afirmando: "Cuando a un grupo terrorista le sirven las armas, las compra a quien puede".

El cerebro de la operación, encarcelado

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La cantidad de armas que manejaba esta organización era ingente. El juez ha hablado de "millones de toneladas". Y vendían de todo: pistolas, cañones, carros de combate, helicópteros. Los carros eran Leopard y los helicópteros eran los americanos 209 Ahigo, lo que demuestra palpablemente la finalidad bélica.

El cerebro de toda esta operación está en la cárcel de Milán, junto con su esposa. Se trata del ciudadano sirio Henry Arsan, de setenta años, considerado uno de los mayores traficantes de armas de todo el mundo, hombre poderoso en Estados Unidos, donde estudia su hijo de dieciocho años. La otra hija la tiene en un colegio suizo. Su esposa, detenida como cómplice, es la italiana Giovanna Morandi. Antes había estado casado con una mujer del este europeo, de la que se encuentra divorciado.

Arsan había desembarcado en Nápoles hace veinte años, pero en seguida se trasladó al norte de Italia, donde vivió primero en Cremona y después en Varese, pero sus oficinas las tenía en Milán, sobre el Banco Ambrosiano.

A esta operación de tráfico clandestino de armas y heroína, que podría acabar en asunto Político, el juez Palermo pudo llegar a través de una investigación de 1980, tras la detención de Carlo Kofler, que traficaba en droga y estaba vinculado con el terrorismo nacionalista del Alto Adigio.

La droga fue descubierta en casa de Kofler y en la de otros dos personajes amigos suyos: Herbert Oberhofer, un ciudadano alemán considerado como un colaborador de los servicios secretos italianos, y Giorgio Molon, un exponente del hampa de Verona.

Pero Carlo Kofler fue asesinado en la cárcel. Le cortaron el cuello con una navaja, pero antes le habían traspasado el corazón con una aguja larga, asesinato ritual de estilo oriental, principalmente en ambientes turcos. A partir de entonces, el magistrado empezó a investigar en estos ambientes y consiguió llegar al corazón de la organización. Y fueron a la cárcel personajes importantes. Después, el magistrado se encontró con el regalo de un turco arrepentido, llamado Akkaia, que le permitió llegar hasta el gran organizador, el sirio Henry Arsan.

Pero este es sólo el primer capítulo de una brillante operación. Ahora empieza el segundo y más difícil: las implicaciones con ese otro mundo misterioso, en el que se entrecruzan política, Mafia, terrorismo y servicios secretos. El juez de Trento está dispuesto a seguir tirando de la manta. Y para ello hace falta mucha valentía, porque sabe que se mueve en un terreno muy resbaladizo y sumamente peligroso

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