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UN SACERDOTE ESPAÑOL ANTE UN TRIBUNAL PORTUGUÉS

'Cáliz de vértigo'

"La declaración de estado de sitio y el golpe de Jaruzelski marcan el fin del mito de una Polonia católica y comunista al mismo tiempo". Esta es una de las afirmaciones contenida en una carta enviada ayer desde la prisión, por el sacerdote Fernández Krhon al enviado especial de este periódico, cuyo texto íntegro reproducimos. El encausado se encuentra en la cárcel de Vilanova de Ourem, localidad portuguesa en la que ayer comenzó el juicio."Mi acto de Fátima fue como un nuevo paso del Jordán, que me está permitiendo reencontrar lo que yo llamaría generación perdida de mayo del 68, de cuyos sueños, que tanto compartí y tanto me hicieron sufrir, hago responsable a un tapado corrompido, que me dió de beber un cáliz de vértigo, según la expresión del profeta, en lugar de las aguas limpias y cristalinas que le pedía".

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Por el catolicismo de siempre

"Los sucesos actuales de Polonia pueden ser, para muchos de ellos, la encrucijada providencial que les permita cambiar la dirección de su marcha".

"La declaración de estado de sitio y el golpe de Jaruzelskí marcan, en efecto, el fin del mito de una Polonia católica y comunista al mismo tiempo, que el Vaticano alimentó durante largos años y que con los viajes de Karol Wojtyla había comenzado a expandir por el mundo entero".

"El ambiente, tan obrero, de los astilleros de Gdansk serviría de cura de desintoxicación para muchos hijos perdidos de mayo del 68".

"Si las condiciones de Polonia vuelven a permitirlo, algún día yo les invito, con toda la sinceridad y afecto de mi alma de sacerdote, a hacer la experiencia".

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"Aquellos rostros silenciosos, sufridos y, profundamente serios, tranquilos, pero dispuestos a todo, no tenían nada que ver con la atmósfera crispada de tantas agitaciones obreras de nuestros países de Occidente".

"En Gdansk, en efecto, me pareció vislumbrar los signos de una verdadera renovación. Aquellas multitudes de obreros pobres y dignos me parecían la masa incontaminada, la levadura nueva destinada, para bien de nuestro viejo mundo occidental, para esperanzadoras fermentaciones".

"Pero se me antojaba también la punta fina de un enorme y terrible iceberg emergiendo a toda prisa de las profundidades para espanto y terror de los espíritus viejos y corrompidos. ¡Dios quiera que no me equivoque! / Juan Fernández Krhon".

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