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El arzobispo Marcinkus teme que la Mafia acabe con su vida

Juan Arias

Paul Marcinkus, el arzobispo banquero del Vaticano, tiene miedo a que la Mafia atente contra su vida. Lo reveló ayer el comentarista religioso del diario Repubblica, recogiendo fuentes bien informadas del Vaticano.Según este diario, este es el motivo principal por el que monseñor Marcinkus no acompañará al Papa durante su viaje a España, como ha hecho en todos los demás viajes al extranjero como su organizador y guardaespaldas personal.

El miedo de Marcinkus se debe, al parecer, a amenazas bien concretas que le han llegado a su habitación privada, dentro de los muros vaticanos, donde vive como en una cárcel, sin salir, desde el principio del pasado verano.

Sólo rara vez se le ha visto salir, y siempre con un coche con matrícula del cuerpo diplomático. Anteriormente, el banquero del Papa vivía siempre en Roma, pero fuera del Vaticano.

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Y contra el famoso arzobispo norteamericano, que había sido el amigo de Michele Sindona y después de Roberto Calvi, hoy se levanta el mismo Sindona, quien, en una entrevista concedida estos días a la cadena de televisión norteamericana ABC, respondiendo a una pregunta del periodista, afirmó que monseñor Marcinkus había dado a Roberto Calvi las famosas cartas de Patronege, es decir, el aval para una serie de créditos con financieras extranjeras, porque había recibido de Calvi por este favor un montón de dinero. "Creo que fueron", dijo, "unos veinte millones de dólares".

Sin embargo, no deja de levantar sospechas el hecho de que Michele Sindona, que siempre había defendido al Vaticano y a su banquero, hoy empiece a hablar contra él. Y hay quien dice que "al árbol caído todo son palos".

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De cualquier modo, en el Vaticano, hoy, este asunto escuece mucho. Aparte del mentís oficial, emitido ayer, en el que se niegan tanto las amenazas como las afirmaciones de Sindona, se comenta que el secretario de Estado, cardenal Agostino Casaroli, ha planteado con los tres cardenales -el norteamericano Cooke, el alemán Hoeffner y el filipino Sim- la posibilidad de retirar a monseñor Marcinkus como presidente del banco vaticano. Ya en una entrevista concedida a L'Espresso, el secretario de Estado había dejado entender que el cargo de gobernador del pequeño Estado del Vaticano es más importante que el de presidente del IOR, y que le da al arzobispo Marcinkus trabajo más que suficiente.

Pero si monseñor Marcinkus continuara como gobernador del Vaticano, este cargo supone la púrpura cardenalicia. Y hay quien piensa que ésta podría ser para el Papa una buena solución: quitarle el banco, sobre todo ante las presiones de muchos obispos y cardenales, a quienes disgusta este escándalo de las finanzas vaticanas, y al mismo tiempo premiarlo ante la opinión pública por haberle sido siempre fiel amigo. Un premio que además podría significar para el arzobispo, vigilado por la justicia italiana, casi una unanimidad; ya que procesar a un cardenal recién nombrado por el Papa sería una cosa demasiado difícil.

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