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CATALUÑA

Varias familias gitanas, obligadas a marcharse de un pueblo de Lérida

Varias de las familias gitanas llegadas a la localidad leridana de Palau de Anglesola para efectuar las tareas de recolección de cebollas que tradicionalmente ejecutan se han visto obligadas a abandonar la zona a raíz de los problemas surgidos con los habitantes de esta localidad.

El elevado número de gitanos llegados este año, unos quinientos, así como la imposibilidad de ofrecer trabajo a todos, inició el malestar entre los vecinos. El viernes por la noche, en una reunión en las escuelas del pueblo a la que asistieron más de ochenta vecinos, se habló de la expulsión de los gitanos. Con tal fin se planteó la posibilidad de contratar un "grupo de policía rural" que sería financiado por los propios vecinos.Ayer, buena parte de los quinientos gitanos se habían ido a otros pueblos o acampado en los campos cercanos. La noche anterior, un coche, Citroen GS, con cinco ocupantes, se acercó al campamento, alumbrando con faros y linternas en actitud supuestamente amenazante. Este hecho produjo un gran revuelo entre los gitanos. Los más jóvenes estaban dispuestos a utilizar sus armas. Sólo el freno de los ancianos detuvo el enfrentamiento. A la mañana siguiente, los gitanos dieron cuenta del hecho a la Guardia Civil, advirtiendo en el pueblo que no tolerarían más visitas sospechosas.

Aunque son reacios a cualquier declaración, manifestaron, que el motivo de su partida se debía a presiones y a los últimos comentarios aparecidos en la prensa en los que se mencionaba la presunta contratación de "matones" para expulsarlos.

Los agricultores de la zona manifestaron su descontento por la presencia de los gitanos a causa de los continuos hurtos de fruta y hortalizas, por lo que no están dispuestos a ceder en su empeño de expulsarlos. Por otra parte, los vecinos arguyen que no son ellos quienes deben soportar las molestias, sino los propios agricultores que los contratan, que deben ofrecerles alojamiento en sus campos.

Los gitanos, por su parte, se quejan del trato que el pueblo les da, así como del "vacío" a que son sometidos. Afirman que no se les deja entrar en grupo a las tiendas y se les atiende de mala gana.

Acampados bajo lonas, en grupos de unas treinta familias, cada grupo dispone de unos jefes que marcan las directrices a seguir. La mayoría de las familias provienen de Extremadura, aunque las hay de Madrid e incluso de Francia. Los grupos se desplazan mediante furgonetas. Llegan de la recogida de la zanahoria y se desplazan después hasta el Rosellón para trabajar en la vendimia. Comentan que en la mayoría de los pueblos por donde pasan son mal acogidos. "Solo en Extremadura se nos trata aceptablemente", comentan. Incluso en algunos pueblos de Portugal son expulsados con piedras y palos.

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Palau de Anglesola cuenta con unas 120 hectáreas de campos de cebolla. Aunque en toda la comarca se cultiva y tradicionalmente, son los gitanos quienes se dedican a la recolección mediante un precio fijo por campo que viene a ser de unas 50.000 pesetas por hectárea. Durante la recolección, trabaja toda la familia.

Este último año, a raíz de la implantación de máquinas que ejecutan la tarea de arrancar las cebollas, la demanda de jornaleros ha descendido considerablemente. Este hecho junto con el advenimiento de más familias de lo habitual ha provocado la crisis.

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