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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Los enemigos de Suárez

A muchos españoles -quizá a los pecadores de la ingenuidad- nos sorprendió la dimisión de Adolfo Suárez en febrero de 1982, tras salir ileso o leve de la cuestión de confianza, presentada por el partido socialista, su más próximo enemigo, por el hecho de ser el segundo en posibilidades de gobernar. Por decirlo así, eran sus enemigos naturales más temibles. Y, sin embargo, Suárez dimitió poco después. Soterradamente comenzaba una actividad para destruirle más dinámica de los que se han dado en llamar poderes fácticos, que no son otros que los poderes tradicionales, siempre celosos de toda evolución que lesione sus privilegios: clero, milicia y capital. Ya en su libro Casi unas memorias, Dionisio Ridruejo hace notar que, durante la guerra, en tres entrevistas diferentes, quisieron enfriar su ardor falangista tres individuos representativos de esos poderesfácticos: Millán Astray, Juan March y el jesuita Herrera Oria.Ahora el telón se va descorriendo. Es inútil insistir sobre la obstrucción militar. El mejor reflejo de la campaña clerical se ve claramente en la cadena de periódicos de la Editorial Católica, que ha contratado nada menos que a Emilio Romero, famoso mercenario del periodismo, que no hace otra cosa que ir demoliendo a UCD y a su principal valedor. En su artículo del 9 de julio de 1982 se le escapan palabras reveladoras: "El humanismo cristiano ha aparecido amenazado por diversas leyes o manifestaciones que procedían del mismo partido" (UCD). Por si fuera poco, un periódico tan serio y bien informado como EL PAIS nos informa, el día 10 del mismo mes, del impedimento que encuentra Calvo Sotelo en los citados poderes, señalando incluso la imposición de banqueros. Por otra parte, se pretende ilusionar a la izquierda, insinuando que no tienen nada que objetar a un Gobierno socialista moderado. Y cuéntese también con tantísimos funcionarios nostálgicos, que deben sus cargos y prebendas a esos poderes fácticos. Y con los caballitos de Troya, que acudieron a UCD para salvarse del naufragio y ahora abandonan la barca donde pretendieron camuflarse.

Esos son los enemigos de la UCD de Suárez, la que hizo posible la convivencia democrática: son los enemigos de todo Estado de derecho. Por eso parece que los socialistas, en vez de entonar cantos de triunfo, podían poner sus barbas a remojar. /

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