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El tenor PIácido Domingo triunfa con 'Otelo' en la Scala de Milán

"Después de la desilusión que nos causó Montserrat Caballé, fínalmente el público ha vuelto a vibrar por un divino: Plácido Domingo", decía ayer la severa crítica del Corriere de la Sera tras el debú, el pasado viernes, del gran tenor español en la Seala de Milán con el Otelo, de Verdi. El proximo lunes se celebrará la última representación de la obra, con todas las localidades vendidas. Otelo fue dirigido por el maestro Carlos Kleiber y el director de escena Franco Zeffireli.

"Otelo retorna vencedor", afíade la crítica. El público italiano olvidó por unas horas la fuerte polémica desencadenada en la Scala por el próximo abandono de Strehler y Gandolfi como directores de la misma para, enfervorizados, aplaudir y vitorear hasta el delirio a Plácido Domingo en una noche que la Prensa italiana califica de "gloriosa para la Scala".La presencia del divo provocó tal sensación de fiesta y fanatismo, que llegó a lograr que el entendido público milanés interrumpiera una de las escenas con los gritos de ¡bravo, bravo!.

Exito rotundo de Plácido Domingo, que es compartido con la soprano Mirella Freni, Carlos Kleiber, pero no así por Franco Zeffireli. Lalpuesta en escena fue considerada por el público y la crítica como "excesivamente violenta", a pesar de tratarse de una obra sobre los celos.

La crítica ha sido, sin embargo, unánime con Plácido Domingo, a quien le dedican adjetivos de divino, insustituible, insuperable, el mejor Otelo de la actualidad. Por su parte, el mundialmente famoso tenor declaró que siente "una auténtia debilidad por Otelo". La primera vez que cantó Otelo, precisamente en la Scala, "hace ya mucho tiempo", y junto con su debú en Madrid con Gioconda en 1970, son los dos momentos que Plácido Domingo recuerda con mayor cariño. El peor recuerdo lo tiene, claro, del día en que se quedó sin voz en Hamburgo a la mitad de la interpretación de La fuerza del destino. Para mañana, lunes, no queda ya una sola entrada en la Seala.

En cuanto al abandono de Gandolfi, que pasa a dirigir el Liceo de Barcelona, y de Giorgio Strehler, famoso director también del Piccolo Teatro, que ya en diciembre anunció su deseo de no volver a dirigir la Scala, es considerado por la Prensa milanesa, que le dedica grandes titulares en las primeras páginas, como la peor crisis por la que atraviesa la Scala.

Las presiones que ambos están recibiendo de los diversos estamentos culturales y políticos italianos, si bien hacen permanecer inmóvil en su postura a Strehier, parece ser que pueden hacer reconsiderar la decisión de Gandolfi para dirigir el Liceo de Barcelona.

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