_
_
_
_
_

ETA Militar recopiló detallada información sobre el duque de Alburquerque, secretario del padre del Rey

Beltrán Osorio y Diez de Rivera, duque de Albuquerque y jefe de la Casa de don Juan de Borbón, padre del actual Rey de España, fue sometido a estrecha vigilancia por el presunto responsable de información de ETA Militar en Madrid, Juan Antonio Madariaga, actualmente en prisión, según se desprende del documento de autocrítica que éste redactó tras su detención para enviar a la dirección de esta organización terrorista. La autocrítica de Madariaga, interceptada por la policía con motivo de un reciente registro en la cárcel de Carabanchel, dedica un párrafo al duque de Albuquerque, de quien dice: «En el archivo teníamos una matrícula suya nueva y los datos del hipódromo».

El documento de autocrítica, en el que Madariaga cuenta a la organización de lo que ha declarado y ha ocultado a la policía y al juez en relación con sus actividades informativas, llegó a manos de la policía con motivo de un registro en las celdas de los reclusos internados en Carabanchel. Un importante dato sobre el seguro del automóvil que poseía Madariaga, reflejado en el documento, posibilitó a la policía descubrir las presuntas actividades colaboracionistas de Jimena Alonso con la organización ETA Militar, lo que dio lugar a la detención de ésta y de otras personas más.Concretamente, Madariaga en su autocrítica, de la que EL PAIS posee una transcripción policial, decía: «Como no solucionemos de alguna forma lo del seguro sigo pensando que corre peligro nuestra amiga de aquí». La policía, ante esta afirmación, investigó el pago de los recibos del automóvil de Madariaga y descubrió que uno de éstos había sido abonado por Jimena Alonso. En el recibo figuraba un domicilio de la calle de Antonio Acuña, de Madrid, residencia actual de la detenida.

El presunto responsable de información de ETAm en Madrid dice en su autocrítica: «Esta es la historia de mi vida como informador y todo lo que se relaciona con ello y que veo de interés que conozcáis y que lo analicéis y que, si veis en ello algo de criticable, me lo digáis porque lo veo necesario. Seguro que si de nuevo vuelvo a caer actuaría de distinta forma, pero estas cosas no se repiten, y lo hecho, hecho está. Me han dicho que Carmen ya está bien, es de lo que más me alegro. Decidle que siempre me acordaré de ella como la mejor compañera que he tenido y que creo que ahora empezaré a valorarla en todo su valor». Madariaga en este escrito se dirige a la dirección de ETAm y cuando cita el nombre de Carmen se refiere a María Belén González Peñalba, su compañera en Madrid, actualmente huida.

Su detención la relata de la siguiente manera: «A las 9.10 (25 de septiembre de 1981) me encuentro en la calle de Hermanos Gárate, donde vigilamos a Margarida (se refiere al comisario Andrés Gómez Margarida, miembro del Mando Unico para la Lucha Antiterrorista). Cerca había un coche raro con dos tíos con mariconera. Era raro. Les copio la matrícula y voy hacia donde vivía Siro (se refiere al magistrado de la Audiencia Nacional, Francisco Siro García), porque teníamos intuición que podría vivir allí algún otro juez nuevo».

Portaba "El Alcázar"

El relato continúa así: «Bajo por la calle donde está el hotel Meliá y cojo la calle de General Yagüe, para ir al lugar de la cita (Madariaga había quedado citado con Belén González Peñalba). Al pasar por delante del edificio donde vivían los jueces y el fiscal me cruzo con dos tíos jóvenes. Nos cruzamos nuestras miradas, me imagino que son txakurras (perros en eusquera y nombre por el que los etarras llaman a los policías), en un primer momento no les doy importancia, porque voy bien vestido. Además llevaba El AIcázar. Cojo por la calle de Orense y veo que, a unos treinta metros, baja Carmen de un taxi. Estoy a punto de echar a correr para alcanzarla».«Me acuerdo de los dos tíos», dice a continuación, «y lo que hago es cruzar de acera y aprovecho ese momento para ver si nos siguen. Cuando cruzo me doy cuenta que están detrás mío. Pienso qué hacer y decido que ellos den el primer paso. Me para uno de ellos y me dice que es papela (palabra que utilizan algunos policías para pedir la documentación) y que les acompañe. Decido echar a correr para llamar la atención de Carmen. Me resbalo, caigo. Ellos piden ayuda a la Policía Militar, ya que no tienen grilletes. Primero me meten en un Avia de la Policía Militar, y allí me pillan las piernas, vienen coches, en fin, un alboroto. Pienso que Carmen se ha tenido que enterar y ya me llevan a la DGS».

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Madariaga en su autocrítica comunica que los dos policías que le detuvieron pertenecen a la Brigada Central de Información y que creía que se encontraban en aquella zona vigilando la casa del fiscal. Asimismo indica, siempre según la trascripción policial obtenida por este periódico, que en los primeros interrogatorios da pistas falsas para que su compañera tenga tiempo de encontrar refugio seguro.

En este testimonio, el detenido señala que la policía le trasladó a su domicilio para ponerlo como cebo de cara a capturar a María Belén González Peñalba. El despistó a la policía afirmando que entre ambos hablaban en eusquera, con objeto de que si se producía la llamada telefónica de María Belén, que no se produjo, ésta interpretase rápidamente la situación.

La policía, al afirmar Madariaga que hablaba en eusquera con su compañera, convocó a un intérprete en el domicilio. Madariaga hace el siguiente relato de este detalle: «Cuando me llevaron a casa por lo del teléfono iba encapuchado. El pasamontañas tenía dos dobleces. En un momento sólo quedó un doblez y por lo que puede distinguir el traductor era de edad de 55 a 65 años; 1,72 de estatura, pelo creo que blanco o por lo menos canas; vestido con chaqueta sport; voz suave, educada, sin ninguna entonación a euskaldun. Debería conocer el eusquera batua y sus dialectos. La policía le trataba con mucha deferencia. Su trabajo no estaba dentro de la policía como fijo, por que en un momento dijo que tenía que llamar a la familia para decirle donde estaba. Conclusión: se debe tratar de un profesor de lingüística o lo que sea, y creo que también debe de alternar por el centro vasco de aquí».

Madariaga reconoce en su autocrítica que no facilitó los nombres de las personas que colaboraron con él en Madrid, «ni sobre nuestra amiga ni el libertario de la fuga, ni mis amigos que me ayudaban». Y añade que en sus declaraciones ante la policía «conté informaciones que bien se encontraban en el archivo ya realizado, otras inventadas, y otras que habíamos hecho, pero que no tenían vigencia. Esto último fue para dar un aire de veracidad a lo que decía. Igual esto supone más pena, pero creí conveniente, no sé si me habré equivocado».

Relación de nombres

Cita los nombres de algunas de las personas que se encontraban en la lista que le intervino la policía en su domicilio. Además del duque de Albuquerque y del magistrado García Siro, escribe los nombres del juez Ricardo Barón Cobos, el magistrado José Hijas Palacios, el ex vicepresidente del Gobierno Fernando Abril Martorell y el policía Juan Antonio González Pacheco, Billy el Niño, entre otros. Otros nombres o referencias en esta ocasión de conocidos y amigos, que aparecen en la autocrítica son el etarra Pello el Viejo, los miembros del comando Madrid Gogor y Txema (a quienes refugio en su domicilio tras el caso Arregui), «la hija de la amiga, José e Icíar de Euskadiko Ezkerra, «su antigua compañera Txepin, Yosu Muguruza», una tal Manoli (de EMK), «el chico de Larrabasterra, Julián del Cura (a quien "un día llevé a hablar con Pello"), Jacinto de Santurce y «un tal Kepa Navascués». Sobre estos dos últimos precisa que «sería conveniente avisarles».Madariaga comunica también a la dirección de ETAm que «los policías normalmente usan coches Peugeot 505», que cuando viajan a Euskadi «va a hoteles», y que «uno de los coches que estaba en la DGS en el patio reservado a la Brigada Central de Información es el matrícula BI-0401».

Su valoración personal la resume diciendo: «He salido mosqueado, pues yo veía que tenían (por la policía) suficientes pistas, y que si las seguían me podían coger en una trampa». Igualmente indica: «Sobre lo de Txema y Gogor decirles a los amigos que le tuvieron que estén tranquilos, que les dije (a la policía) que el primer día vinieron a casa». La policía descubrió posteriormente que estos dos terroristas estuvieron viviendo tras el atentado contra el general Valenzuela en casa de Jimena Alonso.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_