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Desde hace meses no se controla la emisión de plomo a la atmósfera en Villaverde Alto

El contenido de plomo en sangre que presentan los niños de Villaverde Alto es bajo, si se compara con la de sus coetáneos de Chicago, Illinois y Boston. El Ministerio de Trabajo, Sanidad y Seguridad Social así lo asegura en un informe de diciembre pasado, canalizado a la Prensa por el Ayuntamiento de Madrid el pasado 30 de julio, sobre las consecuencias de las emisiones de plomo que realiza habitualmente la fábrica Mesac.

Los vecinos de Villaverde Alto han decidido abandonar. Después de años de lucha contra la emisión de plomo por las chimeneas de Mesae, la asociación.de vecinos se considera incapaz de hacer frente a este informe oficial, elaborado en su conjunto por el Ministerio, el Ayuntamiento, la propia empresa Mesae, los vecinos y los trabajadores de la empresa, según se hace constar en la prímera página del informe. Miguel Hernández, presidente de la asociación vecinal, no habla con agrado del tema. "Nuestra colaboración se limitó a llevar a nuestros niños para que les sacaran la sangre con el fin de determinar si en ella había o no un alto contenido de plomo".

Enorme densidad de tráfico, además de Mesae

El estudio oficial es, en verdad, tranquilizador. A pesar de que constantemente cruzan Villaverde los autobuses de siete líneas -en el pueblo no hay estación ferroviaria y el único medio de comunicación son vehículos de motor-, y a pesar de que en el casco urbano se encuentran localizadas por lo menos cinco fundiciones y otras fábricas que emiten gases más o menos contaminantes, con o sin contenido de plomo, "la media aritmética de plumbemia (saturnismo) en la población infantil es de 18,23 mierogramos (un microgramo,equivale a una millonésima de gramo) por cien".En el informe se aduce también que, según los expertos, "la media de plomo en sangre en las personas es de veinticinco microgramos por cien". La conclusión que se le ofrece a cualquiera que lea el informe es la de que incluso, a pesar de todos los efectos contaminantes y emisores de plomo que cruzan o se encuentran instalados en Villaverde -y los vehículos de motor son un factor fundamental en esta operación-, la salud de los niños de la localidad es sorprendentemente buena en lo que a plumbemia se refiere. Incluso estos niños llevan en la sangre menos plomo que la media general.

Sin embargo, hay un sector infantil que parece atraer sobre sí el peso del efecto contaminador, porque de 936 niños examinados mediante análisis de sangre periódícos -Villaverde cuenta con una población de 7.860 niños- el 0,48% superó los 35 microgramos, y el 0,18 %, los cuarenta. No es un índice significativo, se insiste, pero según la vigente legislación española sobre emisiones de plomo y presencia de plomo en sangre 39 microgramos en el caso de los niños y sesenta en el de los adultos son datos que de por sí obligan a pensar en una plumbemia inicial. Lo que parece cierto, a juzgar por las opiniones manifestadas a este respecto, es que no cabe establecer una relación directa entre grado de emisión de plomo a la atmósfera, inmisión (entrada en los pulmones por la respiración) y presencia de plomo en la sangre. Puede llegarse incluso a un elevado índice de contaminación ambiental compatible con un reducido nivel de plumbemia.

Depende del ejercicio físico que realice el individuo, de su peso, de su capacidad metabólica, entre otros factores. En consecuencia, si los niños de Villaverde no se encuentran clasificados en su mayor parte, según su mayor o menor cercanía respecto de los centros emisores de plomo, en el nivel de los más afectados debe atribuirse sobre todo a sus condiciones físicas, pero no a la pureza ambiental.

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Existe otro factor a tener en cuenta, aunque los expertos insisten en que la ciencia que manejan no es exacta y por lo tanto se mueve siempre en el ámbito del cálculo de probabilidades. Según la legislación española -decreto de 22 de abril de 1975-, es peligroso para la salud la inmisión de cincuenta microgramos de plomo por metro cúbico de aire durante treinta minutos, como también diez microgramos por metro cúbico durante ocho horas. Queda abierto el interrogante de qué significaría entonces la inmisión continuada, durante días, semanas, meses y años, de un promedio elevado de plomo en el aire que respiran los niños en el cinturón industrial de Madrid.

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