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El espontáneo Fernando Eles es la víctima de una muerte inútil, dijo el párroco que oficio su entierro

La cogida mortal del aficionado se produjo el lunes en Albacete

«Fernando Eles Villarroel es la víctima de una muerte inútil, pro dueto del aliento del público taurino a los espontáneos que se arrojan al ruedo. ¿Cuántas veces no hemos increpado a las Fuerzas de Orden Público cuando han retirado a un espontáneo de la arena?». Esta es la versión que dio ayer el párroco de la iglesia de la Asunción, de Albacete, del trágico suceso de la plaza de toros de esta ciudad en el transcurso de la homilía que pronunció en el funeral por el espontáneo muerto al ser gravemente cogido por un toro que lidiaba Manuel Benítez El Cordobés en la corrida del pasado lunes.

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El funeral se celebró a las 16.30 horas. Asistieron unas seiscientas personas, entre las que se encontraban el alcalde de Albacete, algunos miembros de la Corporación municipal y un solo torero, Manuel Pastor, quien también se había arrojado de espontáneo en la misma plaza hace tres años.Tras el funeral, los restos mortales de Fernando Eles Villarroel recibieron sepultura en el cementerio de esta localidad. Además de las coronas de amigos, familiares, compañeros, figuró en el cortejo una corona de un solo torero, la de Dámaso González, matador de Albacete.

En la corrida de ayer, que comenzaba casi a la misma hora en que se celebraba el funeral, los diestros hicieron el paseíllo con la montera quitada en señal de duelo por la muerte de Fernando Eles. Antes de comenzar la lidia, el público guardó un minuto de silencio.

Se lidiaba en Albacete la sexta corrida del abono ferial. Toreaban Rafael de Paula, El Cordobés y Palomo Linares, y estábamos ya en el quinto toro de una tarde que no había empezado bien, con dos broncas, una a Paula y otra a El Cordobés, y lluvia de botes y almohadillas en la arena por lo desastroso de algunas lidias.

Un quinto toro de los Guateles, de nombre Sospechosos, con 485 kilos y unos pitones más que respetables, acababa de salir al ruedo cuando por el tendido 7 se lanzó un joven con el torso desnudo y la camisa en la mano. Se dijo que no estaba en perfectas condiciones físicas. que había bebido. Fue hacia el toro y lo citó, el toro se le arrancó, corneándole violentamente y en repetidas ocasiones, dándole, entre otras, dos cornadas mortales de necesidad. Una le rompió el cayado de la aorta, y otra le hizo un boquete de diez centímetros de diámetro en el bazo.

Cualquiera de las dos cornadas eran mortales. y el joven murió en la arena desangrándose en unos segundos ante la parsimonia de la cuadrilla de El Cordobés y los demás toreros, que tardaron más de lo que hubiera sido normal en echar un capote, aunque insistimos que nada hubiera servido después de la primera cornada. El propio Manuel Benítez y su cuadrilla, visiblemente afectados, abandonaron Albacete pocos minutos después de terminar la corrida. Después de haber pasado por el hotel para ducharse, emprendieron viaje hacia Madrid, y desde ahí en avioneta a Villalobillos.

Fernando Eles Villarroel Sánchez tenía veintisiete años, estaba casado con una joven de veintitrés, llevaba ocho años de matimonio y tenía tres hijos; era encofrador de profesión. Había entrado en la plaza colándose por la tapia, sin pagar, y ya antes había dicho que «iba a tirarse a un toro para que El Cordobés supiera quién era». Es pues, la crónica de una muerte anunciada. Era aficionado a la fiesta y conocido en e mundillo del toro, aunque no pretendía ni mucho menos ser torero. Tampoco era la primera vez que se había lanzado como espontáneo.

El público, en medio de una tensión que se propagó rápidamente por toda la plaza con incidentes, desmayos y abandonos, increpó fuertemente a Manuel Benítez y a su cuadrilla llamándoles «asesinos» por no haber intervenido a tiempo. El crítico Alfonso Navalón fue el primero en saltar a la arena y tirar de aquel cuerpo ya inerte. La tarde se torció, y, aunque muchos pensaban que la corrida debió haberse suspendido al conocerse la noticia de la muerte del espontáneo, ésta continuó en medio del infierno en que se había convertido la plaza de toros de Albacete.

El Ayuntamiento, en señal de duelo, suspendió todos los actos municipales previstos para esa noche (Albacete está en plena feria), y la tertulia taurina El ruedo, que cada noche se celebra en el gran hotel Bristol, coordinada por Alfonso Navalón, inició una colecta para la familia del desdichado muchacho. En la primera noche se recaudaron 61.115 pesetas, y la colecta continúa abierta hasta el día 19, en que Finaliza el abono. También han surgido ya algunos gestos como el del novillero Joaquín de Faula, que se ha ofrecido voluntario a matar una novillada a beneficio de la familia de Fernando Eles.

Las obligaciones de la cuadrilla

El espontáneo, que no es, ni más ni menos, según lo define el diccionario taurino de Cossío, «un aficionado que se arroja al ruedo a intentar alguna suerte», es una figura que está prohibida por el actual reglamento vigente en España, y que data del 15 de mayo de 1962. Previamente, esta figura también estaba perseguida por las reglamentaciones taurinas de agosto de 1932 y de abril de 1936.

Según la normativa actual, el espectador que durante la lidia, en cualquier clase de festejo, se lance al ruedo, será retirado por la asistencia en él de servicio y por el personal de las cuadrillas, que lo conducirán al callejón para ser entregado a los agentes de la autoridad, quienes le impondrán una multa de quinientas pesetas y otra multa de igual cuantía si opone resistencia.

Las fotografías publicadas en esta página han sido cedidas por el diario Pueblo. Son de su fotógrafo José Rubio. Agradecemos la gentileza de nuestro colega.

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