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El Gobierno polaco amenaza a Solidaridad con declarar el estado de excepción

El Gobierno polaco amenazó ayer con declarar el estado de excepción en el país, tras romperse las negociaciones con el sindicato independiente Solidaridad y darse a conocer la inesperada noticia de que Stanislan Kania, primer secretario del partido comunista (POUP), se encuentra enfermo Y guarda cama desde hace varios días. La agencia polaca Interpress aclaró a última hora de la tarde que Kania «se encuentra enfermo, pero no hospitalizado», como en un principio se había creído. La noticia, recogida por la agencia France Presse, añade que el político, pieza clave en el tenso momento por el que atraviesa Polonia, no se encuentra grave, y que en los próximos días «estará en disposición de asumir plenamente sus funciones».

Por lo pronto, la reunión del Comité Central del POUP prevista para hoy sábado ha quedado pospuesta hasta el martes. Y muchos observadores se preguntan si ello no tendrá relación directa con la enfermedad de Kania, ya que es impensable que la reunión se lleve a cabo en ausencia de Kania, a quien el IX Congreso extraordinario del partido acaba de conceder su confianza, especialmente en lo relativo a la política de «diálogo» y «entendimiento», de la que es precursor dentro del proceso de «renovación socialista» emprendido por Polonia.Asimismo, la enfermedad política, diplomática o real de Kania coincide con los rumores de una inminente visita al dirigente soviético Leónidas Breznev en su residencia veraniega de Crimea. Según informa Félix Bayón desde Moscú, el anuncio de la enfermedad de Kania ha sido acogido en los círculos occidentales moscovitas con estupor y cierta suspicacia. El recuerdo de la caída en desgracia de su antecesor, Edvard Gierek -que fue precedida, precisamente, por una estancia en el hospital-, resulta inevitable.

Breznev ha recibido en los últimos días a todos los demás líderes de la Europa del Este, y tan sólo estaba pendiente la visita de Kania. La habitual reserva informativa soviética impide saber si el viaje del dirigente polaco sigue en pie o ha quedado definitivamente anulado.

La Iglesia católica polaca se ofreció anoche para actuar de intermediar la entre Solidaridad el Gobierno, en un nuevo intento -tantas veces desempeñado con éxito por el fallecido cardenal Wyszynski- de restablecer el diálogo que quedó definitivamente roto en la madrugada de ayer. El desacuerdo dejó en punto muerto no sólo el polémico tema del racionamiento de carne, sino problemas tan fundamentales como la autogestión obrera y el fuerte alza de precios.

A su llegada ayer tarde al aeropuerto de Varsovia, procedente de Roma, donde ha permanecido diez días, el nuevo primado polaco, Jozef Glemp, nada más pisar tierra transmitió a sus conciudadanos un mensaje del papa Juan Pablo II pidiendo moderación: «El soberano Pontífice ha expresado su fe en la madurez política de los polacos. En esta situación tan difícil hay que evitar, por todos los medios, que la razón deje paso a la emoción», afirma el Papa.

El Gobierno ha acusado a Solidaridad de «arrogancia, mala voluntad y agresividad», asegurando que está firmemente decidido a hacer frente a «las acciones que llevan a la anarquía y desestabilización del Estado». A pesar de este comunicado, alrededor de un millón de trabajadores realizaron ayer, en la Alta Silesia, corazón industrial del país, un paro de advertencia de cuatro horas. Y en diversas ciudades volvieron a repetirse las ya tradicionales marchas del hambre.

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