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Kania tenía que visitar a Breznev en Crimea en los próximos días

El anuncio de la enfermedad de líder Stanislaw Kania fue acogido ayer en círculos occidentales de Moscú con estupor y cierta suspicacia. El recuerdo de la caída en desgracia de su antecesor, Edvard Gierck -que fue prologada precisamente por una estancia en el hospital-, resultaba inevitable.Ayer noche, la agencia oficial Tass aún no se había hecho eco de la enfermedad de Stalislaw Kania, que viene a producirse precisaniente en el momento menos oportuno. El líder Comunista polaco tenía que visitar en los próximos días a su colega soviético, Leónidas Breznev, en su residencia veraniega de Crimea.

Breznev ha recibido va a todos los demás líderes de Europa del Este, y sólo se esperaba la llegada de Kania. Dadas las reservas con que los soviéticos suelen rodear este tipo de acontecimientos, ayer noche aún no se sabía si la visita de Kanla quedaba definitivamente anulada o si, por el contrario, serían otros dirigentes polacos los que viajarían hasta las orillas del mar Negro.

Durante los últimos cuatro días, el diario Pravda -órgano del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética- ha venido haciendo duros comentarios sobre la situación en Polonia.

Sin embargo -y al contrario de lo que sucedió en anteriores momentos de crisis- las críticas -de la Prensa soviética casi no han salpicado esta vez al equipo dirigente de Varsovia.

De hecho, los periódicos de Moscú no citan el nombre de Kania desde que, hace tres semanas, finalizó en Varsovia el IX Congreso (extraordinario) del Partido Obrero Unificado de Polonla (POUP, comunista).

El balance hecho en su momento por la Prensa soviética del congreso polaco fue bastante optimista. Sin embargo, el agravamiento de la tensión social en Polonia durante las últimas semanas obligó a Pravda a trazar dramáticos paisajes de Polonia, que, según este periódico "se encuentra el borde del abismo".

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El jueves, Izvestia aún daba un voto de confianza al Gobierno de Varsovia, subrayando en un comentario la firmeza ejercida por el Ejecutivo polaco a lo largo de la última crisis.

Ayer, Pravda, que viene utilizando para sus críticas fuentes polacas, ponía en boca de un anónimo grupo de obreros de Polonia unas declaraciones en las que se afirmaba la necesidad de que los comunistas reaccionen firmemente, con energía y decisión, frente a las acciones de Solidaridad, "que incrementan la tensión y ponen en dificultades al Gobierno".

Haciendo, por vez primera, una crítica al IX Congreso del POUP, Pravda afírmaba ayer que, según este grupo de obreros polacos, el programa saIido del congreso adolece de falta de concreción y limita las perspectivas de mejora de los trabajadores de Polonia.

Hace tres semanas -recién acabado el Congreso del POUP, y antes de que Sofidaridad desencadenara su ola de protestas- Kania parecía gozar del aprecio del Kremlin. La habilidad mostrada a la hora de marginar a los extremos de su partido y de potenciar incluso a los integristas sirvió para dar un nuevo valor a su papel de cara a los soviéticos.

Ahora, sin embargo, y hasta que no se demuestre que la enfermedad de Kania no es una dolencia política, el líder polaco parece volver, una vez más, a la cuerda floja.

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