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El Rey hizo profesión de fe en la democracia y de confianza en los Ejércitos

El rey, Juan Carlos volvió a hacer, una vez más, profesión de fe en la democracia y de confianza en los Ejércitos de España, en el curso de un solemne y emotivo acto militar que se celebró en la mañana de ayer en la Academia General Militar de Zaragoza, en el cual, el Monarca y sus compañeros de la XIV promoción de esta Academia, renovaron su juramento a la bandera, hecho hace veinticinco años, cuando ingresaron en la misma como cadetes.

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"No se ayuda a la Patria con acciones irreflexivas y sin salida"

En su primera intervención pública después de los sucesos del fracasado golpe de Estado el lunes último, el Rey leyó un discurso en el que hizo una llamada a los Ejércitos «para que sepan interpretar con exactitud acierto la Constitución comprender que no se contribuye a la seguridad de la Patria con acciones irreflexivas», y a todas las fuerzas políticas, del Gobierno y de la oposición, «para acomodar sus respectivas conductas, a fin de conseguir el orden, la seguridad y el bien de España».

También se refirió a que es necesario que las actuaciones políticas de estos grupos y las campañas de los medios de información no propicien las condiciones para crear un ambiente de incomodidad, de disgusto o de preocupación en las Fuerzas Armadas yen las de seguridad, «que tantas veces han sentido en su carne los atentados de la violencia, y en su espíritu, los ataques de la crítica o de la incomprensión.

Vestido de capitán general del Ejército de Tierra, acompañado de la Reina, del Príncipe de Asturias de las Infantas, el rey .Juan Carlos había besado la bandera con lágrimas en los ojos, poco después de las 12.30 horas de ayer en el patio de armas de la Academia como primero de una larga fila en la que se situaban sus compañeros de estudio de hace veinticinco años. Previamente, y poco después de la [de los dos helicópteros que habían conducido a la familia real y a sus acompañantes desde Madrid y de que el Rey pasase revista a 1.590 hombres formados en el patio de armas de la Academia General Militar de Zaragoza, en un día gris y frío que amenazaba lluvia, se había celebrado una misa de campaña.

La gran mayoría de los 274 miembros de la XIV promoción de la tercera época de esta Academia, ingresada en la misma en 1955, se hallaba también formada en lugar preferente, con uniforme de gala ya condecoraciones. En la actualidad, todos los integrantes de la misma son jefes y oficiales de los distintos ejércitos y fuerzas de seguridad. Todos habían jurado bandera el 15 de diciembre de 1955, cuando ingresaron como cadetes, en este mismo patio de armas, llamado del Caudillo.

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Terminada la misa, en la que no hubo homilía, el comandante de Estado Mayor. Gonzalo Rodríguez de Austria y González, número uno de la XIV promoción, conocida desde hace unos años como «la promoción del Rey».dirigió unas palabras a los presentes en las que, después de recordar detalles de la vida castrense de aquellos años (los 274 cadetes salieron de la Academia en 1957 con el grado de tenientes), tuvo un recuerdo para el generalísimo Franco, «espejo de virtudes militares y completa lección de disciplina», y para los veintiún compañeros muertos en estos años, uno de los cuales, el coman dante Rodríguez Fuentes, « resultó muerto en un cobarde atentado terrorista, de los que tratan de romper nuestra unidad y la de nuestra patria». Rodríguez de Austria se refirió también a la bandera, «por desgracia no venerada como se debiera en nuestros días», y exhortó a mantener la unidad del Ejército y de la Patria.

Acto seguido se procedió a la renovación del juramento a la bandera, lo que hizo en primer lugar el Rey y después el resto de sus compañeros de promoción, entre los que no se detecto la presencia del comandante Sáenz de Ynestrillas, implicado, junto con Tejero, en la operación Galaxia, también perteneciente a esta XIV promoción, Hubo, a continuación, una serie de alocuciones, entre las que destacó la del general de división, Aramendi, director de enseñanza militar, que hizo también un llamamiento a los Ejércitos para que guardasen una lealtad absoluta a la Corona, y el director de la Academia Militar, general Luis Pinilla. Este resaltó la lealtad a la Corona, cuya serenidad y valor, dijo, se han comprobado recientemente.

Tres fueron los puntos en los que se basó el discurso del Rey: un profundo respeto al pasado, una meditada y serena decisión en torno al presente, una consciente esperanza hacia el futuro.

Respecto al pasado, «porque todas y cada una de las páginas que, con sus grandezas y servidumbres, configuran la historia de la patria», dijo el Rey, «a la que nos sentimos orgullosos de pertenecer».Serena y meditada firmeza y decisión con respecto al presente porque «si serios son los problemas con los que nos enfrentamos, hoy afirmo que más seria es todavía nuestra decisión de superarnos y más firme que nunca nuestra voluntad de alcanzar la meta de una España que a través de una democracia verdadera consiga su plenitud de paz, de justicia de libertad, de progreso y de unidad».

Don Juan Carlos se refirió a que se sentía orgulloso de ser el jefe supremo de los ejércitos de España, «ejércitos».,dijo, «que sufren junto a todos los buenos españoles cuando se ofende a la bandera de España o se atenta contra su unidad: ejércitos en suma, que respetuosos con la Constitución nunca renunciarán a llenar plenamente la misión que ésta les asigna».

El resto de las extensas palabras del Rey (el discurso constaba de diez folios) fueron de saludo y afecto a sus compañeros de promoción, y una arenga a las promociones de cadetes que actualmente se forman en la Academia.

Informado de la liberación de los cónsules

El resto del emotivo y brillante acto militar lo constituyó la condecoración por el Rey de doce jefes, oficiales y suboficiales. Precisamente, cuando el Rey imponía es tas condecoraciones, el capitán general de la V Región Militar (Zaragoza), teniente general Elicegui Prieto, que asistía al acto con todos los altos mandos de dicha Región Militar, se acercó al Monarca y le siseó algo, a lo que el Rey respondió con una amplia sonrisa de satisfacción. Posteriormente se supo que a esa hora (una de la tarde) Elicegui Prieto, que se cuadró militarmente ante el Rey, le informó de la liberación de los tres cónsules secuestrados por ETA Político—militar hace unos días en el País 'asco.

Con el Monarca y su familia —don Felipe vestía ropa civil— viajaron a Zaragoza el jefe de la Casa Real y el jefe del Cuarto Militar del Rey, marqués de Mondéjar y teniente general Valenzuela respectivamente, así como el director de enseñanza del Ejército. En medios militares se comentaba la ausencia del nuevo ministro de Defensa. Alberto Oliart —aún cuando el acto se circunscribía a un festejo tradicional de una promoción de la Academia— del secretario general de la Casa del Rey, general Sabino Fernández. Campo —probablemente el hombre de la máxima confianza del Rey-, el cual, a pesar de que su presencia estaba anunciada, permaneció en la Zarzuela.

En esta Academia Militar, fundada por el general Galvis, en 1882, continuación de la Academia Militar de Toledo, estudia en la actualidad como cadete un hijo del teniente coronel Tejero, así como un nieto de Franco. Cristóbal Martínez Bordiú.

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