En entredicho
A los directivos del Madrid no les llega la camisa al cuerpo. Y no es la clasificación actual de sus dos equipos estrellas lo que más les preocupa. Es su propia gestión, por el fracaso de algunos fichajes, la que se cuestiona. El Madrid, en fútbol y baloncesto, se ha quedado sin figuras deslumbrantes. Se ha quedado sin líderes. Y, lo que es peor, el público no se identifica, como en otros tiempos, con sus propios jugadores.Se empeñaron algunos en convertir a Juanito en un ídolo al estilo de los viejos astros de la casa y, hasta la fecha, se ha aproximado más a aquel jugador conflictivo que tuvo el Atlético que al deslumbrante extremo que triunfó en el Burgos. De Cunningham quedan muy pocas cosas que decir. De Stielike sólo pueden hacerse elogios, pero ninguno de ellos incluye ese estado de gracia que convierte a algunos en mitos. El Madrid se sostiene en un plano medio, distinguido por una calidad media, pero no por situaciones deslumbrantes.
En baloncesto se ha tocado fondo. Abromaitis ha resultado un jugador mediocre comparado con el tradicional acierto de los fichajes hechos en América. No hay en el equipo un Luyk o un Aiken. Queda Brabender, que es más eficaz que vedette.
El Madrid ha perdido parte del estilo de otros tiempos. Probablemente nunca como ahora desde la parcela directiva se ha opinado tanto de cuestiones técnicas. Y quizá ahora el peor defecto es la excesiva buena fe.