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Cinco refugiados vascos en Francia, muertos en atentado

El asesinato de José Martín Sagardia hace el número cinco de los atentados mortales contra presuntos militantes de ETA Militar, perpetrados en el País Vasco francés en el término de veinticinco meses. Además, se contabilizan en el mismo plazo colocación de bombas contra empresas donde prestan sus servicios refugiados vascos y varios intentos frustrados de dar muerte a otros supuestos integrantes de la organización citada.El 21 de diciembre de 1978, cuando acababa de poner en marcha su automóvil, en Anglet, cerca de Bayona, José Miguel Beñarán, Argala, al que se consideraba uno de los máximos dirigentes de ETA Militar, quedó destrozado por la explosión de un artefacto colocado en la parte delantera del vehículo y conectado al sistema de arranque. La muerte de Argala, según pusieron de relieve en aquel momento observadores políticos, privó a ETA de uno de sus principales estrategas y del teórico más relevante, partidario de abrir una negociación con el Gobierno de Madrid, que llegó a iniciarse a través del periodista bilbaíno José María Portel y del antiguo dirigente etarra Juan José Etxabe, como «hombres buenos» en representación de ambas partes. Portel fue asesinado por un comando de ETA y Etxabe ha sufrido desde entonces varios atentados, en uno de los cuales falleció su esposa, Agurtzane Arregui. Argala había nacido en Arrigorriaga (Vizcaya), veintinueve años antes, y se convirtió en liberado de ETA en 1970.

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Enrique Gómez Alvarez, Korta, nacido en León, de veinticinco años, cayó muerto el 25 de junio de 1979 frente al restaurante de Etxabe, en Bayona. Varios individuos le acribillaron desde un automóvil de matrícula francesa, que se dio a la fuga de inmediato. Gómez Alvarez se había refugiado en Francia en 1974, estaba casado, y su mujer se encontraba embarazada de ocho meses en el momento del atentado.

Treinta y ocho días después, Juan Lopategui, Pantu, resultó muerto cuando tres hombres abrieron fuego en un aparca miento de Bayona contra el automóvil que conducía Angel Iturbe, hermano de Domingo, y en el que viajaba otra persona. Los tres se dirigían a una playa e iban en traje de baño. Pantu, soltero, natural de Bilbao, había huido del territorio español en 1976. Estaba soltero, tenía veintiseis años y trabajaba en la fábrica metalúrgica Aturri, donde había estallado una bomba el día anterior.

Otro empleado de Aturri, Justo Elizarán, Periko, fue tiroteado cuando arrancaba su automóvil para dirigirse al trabajo, el 13 de septiembre del mismo año, y sufrió heridas que le llevarían a la muerte veintidós días después. Nacido en San Sebastián, de veinticuatro años, Elizarán era refugiado político desde 1973, estaba casado y tenía dos hijos.

A pocas horas de este último atentado, la policía detenía en Bayona a cuatro delincuentes habituales de Burdeos, a los que seguía la pista desde tiempo atrás. Juzgados en Pau, Maxime Szonek, Marc Obadía, Jean Claude Ruiz y Henry Besges fueron reconocidos culpables del asesinato de Elizarán, a sueldo de un patrón indeterminado, y condenados a quince años de prisión los tres primeros, y a siete el último. Desde la desarticulación de este comando, no se había vuelto a producir ningún atentado en el País Vasco francés hasta el 23 de noviembre del presente año, fecha del ametrallamiento del hotel Hendayais.

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