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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Manzanita canta victoria en Madrid

La presentación madrileña del cantante Manzanita, anunciada para las once de la noche del pasado miércoles, no empezó hasta casi la una de la madrugada. Esta larga espera, en la más pura línea del último Lou Reed, quedó ampliamente compensada con un maravilloso recital, rebosante de ritmo, garra y persuasión. Manzanita ya es profeta en su tierra.Hay duras noches madrileñas, en nada semejantes a las azules noches pensativas cantadas por Rubén Darío. En el Museo Español de Arte Contemporáneo actuaban Las Chinas y Radio Futura, invisibles por culpa de irme a la discoteca Marquee a descubrir que Graduate había suspendido su actuación. Por fortuna quedaba la esperanza en Manzanita.

Pero en la discoteca J & J había también ambiente de otra cita fallida. Con cerca de dos horas de retraso, al fin hubo un encuentro. Y sumamente compensador. Lo de Manzanita fue de no creérselo.

Surgió en medio de luces de colores, tras una gran descarga prologal de la orquesta. Traía aire indeciso, sonrisa de muchacho gordete y grandullón, guitarra sostenida con cariño y una hermosa tarjeta de presentación: Verde.

Horas antes de aparecer en el escenario evocábamos con el cantante cómo el éxito de ese tema hizo que descollase su diferencia: «No se me oculta que tengo un rollo propio, que nace del flamenco, pero que se dispara fuera de toda definición. A mí me interesa la gente que se ha embarcado en rupturas parecidas, aunque no iguales a la mía, que van por libre y se lo montan a su aire».

Manzanita conoce esencialmente los aires catalanes. Allí grabó hace poco, con Marina Rossell, la heterodoxa y bella Petenera de la mar. Y allí suele -actuar de cara al público: «He trabajado mucho en Cataluña. Por eso creo que ya siendo hora de que empiece a cantar en otros sitios. En Madrid no voy a presentar tan sólo mi nuevo disco, Espíritu sin nombre, sino que intentaré dejar clara la totalidad de mi imagen. No sé si encontraré calor en la sala. Yo, desde luego, llego muy caliente para presentarme en el lugar donde nací».

Aquello, desde luego, más que calor, fue calentura. El público abarrotaba el local. Manzanita, pese a ciertos titubeos de luces y sonido en los comienzos, cantó victoria nada más salir. Había críticos, cantantes y caras conocidas. Había, sobre todo, gitanos. Y animación anónima, cargada de fervor: «¡Hele, mi niño!».

El niño se marcó dos temas instrumentales con tales dosis de dominio y pasión en la guitarra que el respetable se quedaba mudo. La orquesta sonaba de miedo, con la presencia siempre reconfortante de Pepe Ebano en percusiones. Luego vino una espléndida versión de un tema de Cecilia, Un ramito de violetas. La voz personalísima de Manzanita se desplegó en profundidad con Regimiento Los Gitanos: «Tu mare no quiere/que yo a ti te quiera,/que porque dice que yo soy,/que porque dice que yo valgo,/que porque dice que yo soy/un soñador de pelo largo».

Un soñador para el pueblo. Mas los sueños de Manzanita no se congelan en ninguna esquina. Va del coraje visceral al pasotismu desgarrado, del lamento al desenfreno, del alarido a la ternura. Y su música es un cóctel irresistible y sabroso de rock, blues, flamenco, jazz, salsa y todo lo que le echen. Basta escuchar su versión de Gitano, composición de Armando Peraza -popularizada por Santana, para darse cuenta de la escabrosa coherencia con que Manzanita digiere todo.

Otra cosa muy digna de alabanza es la manera salvaje que utiliza para hacer canciones a partir de poemas de Lorca, Bécquer o Zorrilla. Su instinto, su sana ausencia de miramientos, es la mejor condena del tratamiento pusilánime que dan a los poetas bastantes compositores e intérpretes progres o refinados.

Manzanita, además, tiene marcha. Esa marcha que el personal reclama de continuo a autistas y nuevaoleros. Con Gitana, Paloma blanca y Acaba ya, acompañado en algún momento al contrabajo por David Thomas, Manzanita dejó clarísimo que él es seguramente el único creador español del momento capaz de hacer risible toda la zarabanda patria y juvenil que busca, por vía de parodia involuntaria, un producto musical auténticamente fuerte y original. El personal no cesaba de pedirle peras al olmo. Nadie parecía enterarse plenamente de que ahí estaba Manzanita, capaz de ofrecer eso y mucho más. A partir de ahora, no hay disculpa que valga.

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