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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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El fin de los críticos

Con medida alegría leo la noticia de que se ha terminado esa confusa denominación de «críticos» dentro de las filas del PSOE, Ya no hay esa extraña categoría política que constituye el criticar como paso previo, obligado, definitivo y automático para ser una corriente de pensamiento socialista. Ya se puede criticar dentro del PSOE sin ser un trozo de una organización. Los que criticamos hemos dejado de ser, ¡oh, paradoja!, críticos.Un respiro de alivio recorre las filas socialistas. Cientos de militantes que encontraban muchas o pocas cosas mal o mejorables, decenas de agrupaciones que sentían la inquietud de la gestión socialista opinable, algunos comités regionales que pensaban que podían aportar mucho o poco al progreso del PSOE, se han visto aligerados de un rótulo cuya carga no querían soportar: ya no tienen por qué ser denominados críticos cuando critiquen, corrijan y mejoren. Supongo que el lector sabe ya que esta meditación viene a cuento de la aparición de una corriente de pensamiento en el PSOE denominada izquierda socialista. Mis saludos por permitir la clarificación. Mis dudas sinceras sobre su oportunidad medida en días.

¿Hacía falta? (Perdón por la pretenciosa interrogante cuando ya existe lo cuestionado, pero, a veces, el absurdo puede ser padre de resultados razonables.) Pues estimo que sí hacía falta. Yo no creo que haya a estas alturas ni una persona responsable que dude que el único -repito- el único partido que ha pasado toda la tensión diaria que significa la democracia interna, es el PSOE.

Alianza Popular aclama un líder; el Partido Comunista busca silenciosamente un líder; la UCD conspira contra un líder; sólo el PSOE ha elegido un dirigente. Cuando se está construyendo a trancas y barrancas la democracia que nunca existió, el tema es digno de meditación.

Viva la crítica!

Ahora aparece otra vez el PSOE como modelo de partido democrático conformando una forma de opinar en el contexto orgánico aprobado por un congreso. Es sano, es democrático y es estatutario. Obsérvese que sólo al PSOE es dificil ponerle adjetivos a sus opciones internas diferentes (lo de críticos valió para todos). No hay turcos más o menos jóvenes, no hay banderas más rojas o más blancas, no hay etiquetas consolidadas semipartidarias, no hay más que una serie de divergencias de forma o de fondo que no ponen en duda al partido, que aceptan su esquema básico y que discuten demócráticamente su dirección coyuntural. Me atrevo a apostar el todo contra la nada que si mañana el secretario general del PSOE es un Luis Solana, un Gómez Llorente está ahí, y que si es un Pablo Castellano, aquel militante seguirá en la misma brecha. Repito, los críticos han muerto, ¡viva la crítica!

Ya se puede criticaren el PSOE sin miedo a ser etiquetado de crítico. Es un servicio aparentemente modesto dentro de la estrategia de la «nueva izquierda» del PSOE, pero muy de agradecer para otros que pensamos en la urgencia de una crítica serena y no crispada, sin ambiciones inútiles de poder y con voluntad de corregir tanto y tanto fácilmente mejorable dentro de ese partido que, una vez más, va a la cabeza de la democratización interna, garantía de la democracia integral de la sociedad española de hoy y de mañana.

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Desde estas páginas recuerdo a los compañeros socialistas que ven defectos a corregir o mejoras a realizar en el edificio socialista, que llegó la hora de decirlo sin confusión. Se podía hacer antes, pero sin confusión, no. Cuando pidamos más democracia interna, cuando digamos que no es cierto que el miedo a la elección o remoción deba ser parte del devenir de un líder socialista, cuando digamos que equilibrar política y técnica, o realismo y utopía no debe ser considerado reaccionario, cuando digamos que conocer lo que es la clase obrera se aprende mejor en una negociación colectiva que en un libro, cuando y cuantos estemos en esa temática, ya nadie nos llamará críticos.

Ya podemos hablar los que criticamos sin organización, casi sin orden ni concierto, con una firma tímida, de cuando en cuando, pero con la tremenda ilusión del idealismo insensato de pensar, por ejemplo, en esa UGT que hace posible que la clase obrera crea en la democracia viviendo en la crisis económica, una UGT que hace posible el pan para hoy y la libertad profunda para sus hijos, mañana: una UGT que pone cara de técnico para conseguir un empleo, nada más y nada menos que un empleo. Ya podemos hablar los críticos que decimos que la lucha y la sospecha no es entre ni contra vaticanistas inexistentes, sino contra los que con una fe y una ortodoxia (sea la que sea) no saben que hasta el más tonto de los socialistas tiene algo que sirve a uno de los más listos de los socialistas, que hay vaticanistas hasta en los incendiarios de las habitaciones privadas del «boitila» de turno, que un antisectario puede pertenecer a una secta igual de nefasta.

La aventura socialista

La auténtica aventura de cambiar una sociedad injusta tiene desde ahora una nueva y más profunda realidad. La aventura socialista -miren ustedes por donde- tiene ahora más luminosas facetas. Ojalá que la entiendan y no la ahoguen los tirios y los troyanos que disfrazados de cancerberos vigilan puertas que el pueblo y la clase obrera nunca pensaron pasar.

Luis Solana es diputado del PSOE por Segovia.

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