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Derrotadas las enmiendas a la totalidad a la ley de Divorcio

Las cuatro enmiendas a la totalidad del anteproyecto de ley de Divorcio presentadas por Coalición Democrática, Socialistas del Congreso, Socialistas de Cataluña y Partido Comunista de España (PCE) fueron rechazadas ayer por la Comisión de Justicia del Congreso en el primer día de debate sobre este polémico proyecto de ley. La intervención más sorprendente, por lo inesperada, corrió a cargo del ponente socialista Antonio Sotillo, quien, durante la defensa de su texto alternativo, aprovechó para lanzar un ataque contra el actual ministro de Justicia, del que dijo: «Este país está mucho más avanzado de lo que lo está el propio señor Fernández Ordóñez».

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Antonio Sotillo quiso dejar muy claro que Francisco Fernández Ordóñez no es el verdadero autor ni promotor del proyecto de ley de Divorcio aprobado hace muy pocos días por la ponencia, y para ello utilizó duras expresiones, desde afirmar que el actual texto era una ley de Cavero-Escartín (el anterior titular de Justicia y el ponente centrista en la Comisión, ambos democristianos) hasta sentenciar: «Aquí lo que pasa es que alguien quiere salir como el guapo de la película». Se refería, sin duda, y así lo reconoció después en privado, a Francisco Fernández Ordóñez. quien, por cierto, se mostró muy extrañado ante tales calificativos. El ministro, que regresó a las Cortes pasadas las dos de la tarde después del Consejo de Ministros, interpretaba esta actuación de los socialistas de dos maneras: «Esos quieren dos cosas», dijo: «por un lado, no me perdonan que yo haya apoyado al presidente Suárez pese al espíritu crítico que caracteriza a los socialdemócratas, suponiendo que esto haya sido así, y por otro lado, bien que le gustaría al PSOE que UCD quedara reducida a un partido de democristianos y derechistas, porque de esa manera ellos ganarían los votos -o cuanto menos la abstención- de nuestros electores liberales o socialdemócratas».Sotillo, sin embargo, se remitió a los hechos, y dijo: «Cuando Cavero nos presentó su proyecto de ley, nosotros le planteamos cinco puntos a negociar: reducción de plazos, separación por mutuo acuerdo, distinción entre el proceso en los casos de acuerdo entre los cónyuges y otro diferente para los casos de discrepancia, una redacción racional de las nulidades matrimoniales y, finalmente, una disminución del poder conferido al juez. A todos estos puntos, Cavero nos respondió afirmativamente, por lo que todo el lío que se ha montado ahora es más una cuestión política que estrictamente referente al tema del divorcio ».

Refiriéndose a las tensiones internas que UCD está atravesando en estos momentos, que de alguna manera influirán en los debates de la Comisión, el diputado socialista dijo que no era bueno negociar atropelladamente. Oscar Alzaga, por su parte, diría más tarde que la Comisión de Justicia debatiría el proyecto de divorcio con la máxima celeridad y que en el Pleno del día 16 podría aprobarse la ley.

El proyecto de ley alternativo del PSOE fue votado conjuntamente con el de Socialistas de Cataluña, y salió derrotado por escaso margen: diecinueve votos en contra (UCD, Minoría Vasca y CD), dieciséis a favor (comunistas, socialistas y Minoría Catalana). El PSA estuvo ausente en la sesión de ayer.

"Quiero y no puedo"

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El portavoz de los Socialistas de Cataluña, Josep Verde i Aldea, razonó su voto al calificar la ley del Gobierno como «un quiero y no puedo, o un puedo y no quiero», mientras que el peneuvista Marcos Vizcaya la defendía: «Esta es una ley realista y posible», para finalizar con los elogios al texto socialista del representante de la Minoría Catalana y la aceptación, aunque con reservas, del Grupo Comunista.

La alusión de Sotillo a que el texto aprobado por la ponencia era el resultado de la labor de Cavero-Escartín, molestó enormemente a la diputada centrista María Dolores Pelayo, quien criticó la alusión a los personalismos y señaló: «Este proyecto es el resultado del texto del Gobierno y del trabajo de toda la ponencia». Sotillos se disculparía poco después, asegurando que él no quería herir susceptibilidades y reconociendo que como no estaba de muy buen humor, las bromas no le salían muy acertadas. María Dolores Pelayo estuvo beligerante con el PSOE, y les recordó una cita de Demóstenes: «Hay días en que la libertad se llama coraje, y otros en los que la libertad se llama responsabilidad». Responsabilidad y realismo es lo que pidió a sus oponentes socialistas, porque aquí se trata, dijo «de hacer la mejor ley posible».

El ponente de Coalición Democrática, Juan Luis de la Vallina, insistió en sus tesis ya conocidas y que se resumen en una ley con dos tipos de divorcio: uno civil y disoluble y otro canónico e indisoluble. «Este proyecto de divorcio», dijo, «es más apropiado para un país protestante y anglosajón que para uno católico y latino como es España». Muy preocupado estaba De la Vallina porque con el actual texto «no se cumplen los acuerdos jurídicos firmados en diciembre pasado con la Santa Sede». Escartín, evidentemente molesto por esta alusión, le respondió que, efectivamente, se cumplían, «porque el punto tres de los citados acuerdos se limita a recordar a los católicos las consecuencias morales y religiosas de su disolución matrimonial, pero nada más».

Este nada más, hizo montar en cólera al diputado centrista Díaz Pinés, que defiende unas tesis divorcistas más acordes con Coalición que con su propio grupo. «Escartín ha olvidado», dijo, «cómo se llegó a firmar este punto tercero, ya que fue un chantaje a la Iglesia. Y tampoco ha dicho que los dos primeros puntos del acuerdo reafirman la indisolubilidad civil del matrimonio religioso. Díaz-Pinés quiso aclarar personalmente a EL PAIS que él no era el emisario del Opus Dei en las Cortes: «Hay otros muchos y pasan más inavertidos. Además», continuó, «el Opus Dei no ha dado ninguna directriz concreta respecto al tema del divorcio», al tiempo que se autodefinía como un socialdemócrata con ideología concordante con el ala liberal europea, «y no como esos socialdemócratas españoles que presumen de serlo, critican mucho a Suárez, y en cuanto el presidente les da algo de poder, se callan como muertos. Mucho echarle la culpa al Opus de todo», finalizó dolido Díaz Pinés, «cuando no hay una postura conjunta como tal grupo en el Congreso. Es la táctica del calamar: cuando no se quiere nombrar a los culpables de toda esta confusión, se tira toda la tinta al Opus Deis».

Los debates de la tarde estuvieron acompañados por los constantes martillazos de unos obreros que reparaban la ventana de la sala donde se celebraba la sesión. Esto provocó el jocoso comentario del presidente de la comisión, Oscar Alzaga, de «¡vaya, ahí están los fontaneros! », con la consiguiente hilaridad de sus señorías.

Los primeros artículos del proyecto de ley, concretamente del 42 al 58, ambos inclusive, fueron aprobados en la tarde de ayer, con ligeras modificaciones técnicas y parco debate. Lo más destacable podría ser el artículo 46, referido a quienes no pueden contraer matrimonio. La redacción original privaba del casamiento a los menores de edad no emancipados, a los que no estuvieran en el ejercicio de su razón y a los que se hallaran ligados con vínculo matrimonial. En el texto de la ponencia se eliminó el segundo de los tres supuestos citados, «para no impedir el matrimonio entre los disminuidos psíquicos». El portavoz de Minoría Catalana, Trías Debés, defendió una enmienda para que los subnormales pudieran casarse «tras un dictamen médico». El centrista Escartín no estuvo de acuerdo.

El artículo 47, relativo a los matrimonios entre parientes, establece que podrán casarse los primos hermanos, y no los tíos con sobrinas, como defendía el señor Trías, «aunque por nada personal». Tampoco prosperó la enmienda socialista de elevar a dieciséis años la edad de dispensa para contraer matrimonio, quedando, por tanto, en los catorce años, defendidos por UCD.

Tras casi ocho horas de debate, el presidente de la Comisión dio por finalizada la sesión, citando a sus integrantes para el próximo miércoles a las diez de la mañana.

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