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Arrabal: "El estreno de «Viva la muerte» es un triunfo de la joven democracia española"

El escritor, dramaturgo, y cineasta español Fernando Arrabal, residente en París, asistirá el próximo sábado en Madrid a la presentación de su película Viva la muerte, estreno en España a los diez años de su realización. «El estreno de Viva la muerte es un triunfo de la joven democracia española y una prueba de la vitalidad del pueblo español», declaró ayer Arrabal desde París. La película se exhibirá, a partir del próximo lunes, en el cine Bellas Artes, de Madrid.

Arrabal muestra su emoción personal ante su visita y el pase de la película, de fuertes elementos autobiográficos. «Ir a España siempre es una fiesta. España es el país más libertario del mundo. He comprobado que presenciar por primera vez Viva la muerte es un gran momento de emoción. Hace nueve años que se estrenó en Francia, con muchos problemas, ya que fue seleccionada para el festival de Cannes y la Embajada de España presionó para que no se exhibiera. Recuerdo que coincidió con el nacimiento de mi hija, y le dije al ministro francés de Cultura que no podía cortar ninguna escena, porque me iba a sentir avergonzado ante mi hija. Durante el tiempo previo al estreno, intelectuales como Sartre o Moravia se interesaron por el tema, incluso la Prensa española».

Caso parecido al de Luis Buñuel

No quiere establecer comparaciones, pero Arrabal dice que su caso es parecido al de Luis Buñuel. «Creo que Viva la muerte es de las películas que han sido vistas por mayor número de españoles en los pases de Perpiñán, durante el franquismo, o en Lisboa, hace poco. Cuando asisto a su estreno en cualquier ciudad del mundo me encuentro a un grupo de españoles emocionados. Pero soy un autor desconocido y fracasado en España. Tengo una obra cinematográfica que incluye además J'irai comme un cheval fou, L'arbre de Guernica y, la última, L'Odyssée de la Pacific, que ahora estoy montando. Recuerdo que en 1955, en un cine de la calle de San Bernardo, de Madrid vi la película Robinson Crusoe, de Luis Buñuel, y nadie sabía quién era Buñuel, y ya había realizado La edad de oro. En aquella época, Buñuel tenía 54 años, y yo ahora tengo 48. En muchos países se conocen mis filmes y figuro en sus antologías ».En los últimos cinco años se han representado en los escenarios españoles El cementerio de automóviles, El arquitecto y el emperador de Asiria, Oye, patria, mi aflicción y su última obra, Inquisición, de reciente estreno en Barcelona, del que Arrabal hace muchos elogios. De sus películas se conoce J'irai comme un cheval fou. «Soy un autor muy modesto y un fracasado constante. Soy el dramaturgo con más obras representadas en el, mundo; no hay otro autor vivo con tanta cantidad de obras, ya que próximamente se va a publicar el tomo catorce de mi teatro. Desde que murió Franco tengo un sentimiento de euforia que me permite trabajar mucho. Si tuviera tres vidas, las pasaría amarrado a una cámara de cine. El próximo mes de marzo empieza otra película; en estos días acabo el montaje de L'Odyssée de la Pacific y tengo otros proyectos de teatro».

Polémica presencia en España

En anteriores ocasiones, la presencia de Arrabal en España ha provocado polémica, especialmente por sus opiniones políticas. «Aquí, en Francia, casi nunca hablo de política, y en cuanto llego a España, alguien me hace siempre la pregunta sobre si soy anarquista de derecha o de izquierda. España causa un impacto extraordinario, porque es un país libertario, que tiene esperanza y amor. Los españoles que estamos fuera deseamos volver, pero no tenemos posibilidades de trabajo ni recibimos ofertas por parte de productores u organismos oficiales. A veces, en mis viajes, he provocado polémicas con los «mandarines», ya que yo no comulgo ni con tirios ni con troyanos, digo lo que pienso y lo que es la verdad, como hice con la Carta a Franco, la persona que más daño me hizo en mi vida».Arrabal quiere que el estreno de Viva la muerte se reciba de una forma serena, y pone como ejemplo el acontecimiento que supone la exposición sobre la guerra civil en el Palacio de Cristal del Retiro madrileño. «Sartre me dijo una vez que cuando la película se pusiera en España ese sería el día de la libertad».

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