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Repercusiones tras la muerte de Tito

Cerca de 200.000 personas desfilaron ayer ante los restos de Tito

Francisco G. Basterra

Las delegaciones que asistirán al entierro del fallecido presidente Tito comenzaron a llegar ayer a Belgrado. El presidente chino, Hua Guofeng, fue el primero de los grandes en aterrizar en la capital yugoslava. Hoy, a las dos de la tarde, lo hará el presidente del Gobierno español, Adolfo Suárez, procedente de Arabia Saudí. Suárez, acompañado de Marcelino Oreja, colocará esta tarde una corona de flores ante el féretro de Tito, en la Asamblea Federal, y después dará el pésame oficial de España a los dirigentes yugoslavos.

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Felipe González y Santiago Carrillo asistirán también al entierro. Carrillo, que tenía buena amistad con Tito, solía veranear en la costa yugoslava y fue el último político español al que recibió el extinto presidente.Mientras tanto, al ritmo de 120 personas por minuto, lo que significaría 170.000 diarias, los yugoslavos pasan delante del féretro de Tito, instalado en la gran sala de la Asamblea Federal, un edificio de estilo renacentista construido en el primer tercio de este siglo. Vienen de todos los rincones de la ciudad y del país, de las fábricas, de los colegios, individualmente o integrados en organizaciones políticas, juveniles o sindicales.

Hacen dos o tres horas de cola y pasan silenciosamente ante el catafalco, cubierto con. la bandera yugoslava. Algunos sollozan y otros se inclinan levemente. Junto a él, todas las numerosas condecoraciones recibidas por Tito reposan en almohadones de terciopelo rojo. Rosas rojas decoran la sala.

Ayer, muchas personas no durmieron en Belgrado. La cola se mantuvo durante toda la noche. Ocho políticos de los diferentes organismos y niveles del Estado se turnan, firmes, en la vela a ambos lados del féretro.

Un poco más alejada hay también una guardia militar. Una leve música clásica de fondo se escucha en la estancia, fuertemente iluminada por los focos de la televisión. La organización es casi perfecta. Funcionarios y funcionarias de riguroso luto cuidan de que todo discurra con normalidad. En las colas, la presencia policial es mínima.

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Por tercer día consecutivo, la televisión continúa machacando al país con biografías de Tito, películas de la guerra partisana contra los nazis y declaraciones sobre el titismo. Las sinfonías de Beethoven compensan en cierto modo esta insistencia patriótica.

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Mantener el legado político de Tito, "leitmotiv" de los primeros discursos oficiales

Viene de primera página

Dos hombres, un civil y un militar, destinados a ejercer una fuerte influencia política en el postitismo, fueron los encargados de pronunciar ayer los discursos en las honras fúnebres oficiales por Tito. Cabe resaltar que en todo momento hablaron en nombre del fallecido, sin que aparecieran en sus larguísimas intervenciones opiniones o consejos propios sobre el futuro del país. El leitmotiv de las intervenciones oficiales es la voluntad nacional de respetar el legado político de Tito.En primer lugar, lo hizo VIadimir Bakarich, un croata de 67 años, que forma parte de la presidencia colegiada de la República y del presidium de la, Liga de los Comunistas. Compañero de Tito desde la guerra, fue uno de los del grupo que rompió con Stalin. Bakarich es considerado como la personalidad política actual con más peso específico. Calificado como liberal y reformista, es también el presidente del comité para la defensa del orden constitucional. Se cree que es también el responsable de la seguridad interna del partido comunista.

Bakarich, que tiene en su contra una mala salud, glosó la obra de Tito, deteniéndose sobre todo en los principios de la autogestión, como un «paso más hacia el comunismo», la igualdad de los diferentes pueblos y nacionalidades y la política internacional de no alineamiento e independencia, «opción», afirmó, «que defenderemos decididamente por todos los medios de un país soberano y de una revolución independiente».

Rakarich defendió también el papel de «guía» del partido comunista, sin cuya «actividad orientadora de la vanguardia revolucionaria no hay revolución socialista».

El ministro de Defensa, general Nikola Liubicic, habló en segundo lugar para rendir a Tito el homenaje del Ejército. Con 63 años, Liubicic goza de un enorme prestigio. También compañero «histórico» de Tito, de cuya guardia personal fue comandante durante la guerra, se ha mantenido siempre al margen de la política, aunque forma parte del presidium de la Liga de los Comunistas. Manda un ejército de 260.000 hombres que tienen también como misión la defensa del orden constitucional. La muerte de Tito no ha servido, como esperaban algunos, para forzar una reunión Este-Oeste al máximo nivel, la primera después de la invasión soviética de Afganistán. Leónidas Breznev, presidente de la URSS, llega mañana a Belgrado acompañado de su ministro de Asuntos Exteriores, Andrei Gromiko, para asistir el jueves al entierro del ex presidente. Por su parte, Jimmy Carter ha optado por quedarse en la Casa Blanca y enviar al vicepresidente, Walter Mondale.

La mayor sorpresa ha sido provocada por Fidel Castro, que no acudirá al entierro. Ayer llegó en su nombre Carlos Rafael Rodríguez, vicepresidente del Consejo de Estado cubano. La ausencia del presidente del Movimiento de Países no Alineados, a no ser que a última hora se produzca una llegada sorpresa, refleja las enormes diferencias que separan a Cuba y Yugoslavia en la interpretación de la no alineación. Cabe recordar que Tito planteó su última batalla política internacional el pasado septiembre en la cumbre de Países no Alineados en La Habana, para tratar de impedir el triunfo de la línea de Castro de que el aliado natural de los no alineados es la URSS.

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