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Más de cincuenta candidatos a las elecciones presidenciales iraníes

El plazo de la inscripción de candidaturas para las elecciones presidenciales, a realizarse en Irán el próximo día 25 de enero, vence hoy. El viceministro del Interior, Mostafa Mir-Salim anunció anoche que se habían registrado más de cincuenta candidatos.Posiblemente se inscriban algunos más en las próximas veinticuatro horas, pero la abundancia de candidaturas, en general postuladas por partidos pequeños y grupos de reciente formación, no alterará, al parecer, una situación que ha ido clarificándose en la última semana: los candidatos con más probabilidades son los del Partido Republicano Islámico, que ejerce el Gobierno.

El ex primer ministro Mehdi Bazargan, cuya candidatura podía haber recibido sustancial apoyo de los partidos liberales y laicos, ha renunciado a postular después de que su grupo, el Movimiento de Liberación, fuese denunciado por supuesta connivencia con los servicios estadounidenses de inteligencia.

La denuncia partió del grupo juvenil que mantiene como rehenes a 49 norteamericanos en la embajada de Estados Unidos, denominado «estudiantes en la línea del imán Jomeini», y se centró en Amir Entezam (viceprimer ministro de Bazargan), acusándolo como agente de la CIA.

Entezam está detenido y bajo jurisdicción de los tribunales revolucionarios, pero Bazargan sostiene públicamente la inocencia de su colaborador.

Los dos candidatos favoritos

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Con Bazargan fuera de juego, parece evidente que los votos del día 25 de enero se polarizaran en torno a dos candidatos: el almirante Ahmad Madani, jefe de la Marina, y el economista Abdol Hassan Bani-Sadr, ministro de Finanzas.

La inscripción de candidaturas no significa automáticamente la presentación oficial a los comicios. Una comisión del Consejo Revolucionario Islámico -órgano ejecutivo del Gobierno- deberá ahora examinarlas y decidir si se ajustan al reglamento electoral. Tanto Madani como Bani-Sadr no son todavía candidatos oficiales del PRI.

Madani representa al sector militar «recuperado» después de la caída del sha. Bani-Sadr, a un sector civil tecnocrático, de tendencia modernizadora y socializante, situado a la izquierda de los políticos liberales como Bazargan. En una simplificación de las complejas tensiones internas que existen en el Gobierno revolucionario, podría decirse que Madani es el estatu quo, y Bani-Sadr, el cambio.

El ayatollah Jomeini, polo principal de poder político, no se ha pronunciado aún sobre los dos candidatos (y quizá sólo lo haga indirectamente, a través del veredicto de la comisión electoral que integra), pero ha intervenido, sin duda, en una reciente medida que despeja el camino a ambos: los jerarcas religiosos del Consejo Revolucionario no presentarán sus candidaturas presidenciales. Esto, por otra parte, puede impedir la candidatura del ayatollah Chariat-Madari, disidente de la línea de Jomeini.

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