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Soviéticos y chinos inician esta semana unas difíciles conversaciones

Tras laboriosas negociaciones, que han durado desde abril, y un dramático aplazamiento de última hora, la delegación de Pekín para tratar la normalización de relaciones interestatales con la URSS es esperada hoy en Moscú.La delegación china, que, según fuentes de Pekín, está encabezada por el antes embajador en Moscú y, posteriormente, promocionado a viceministro de Asuntos Exteriores, Wang Yuping, debía haber llegado a Moscú, tal como se anunció en Pekín el día 9, el domingo pasado, día 16, pero fue aplazada por un «fallo técnico».

La llegada de la delegación china coincide con una gran actividad diplomática soviética relativa a los problemas de Asia suroriental, que realza el interés del comienzo de las conversaciones Pekín-Moscú, esperado para dentro de un par de días.

Por Moscú han pasado, a la ida y a la vuelta de la cumbre de no alineados de La Habana, los dirigentes de los regímenes pro soviéticos de Vietnam, Laos y Campuchea y una serie de representantes de países interesados en el conflicto indochino. Actualmente acaba de llegar el primer ministro de Vietnam, Pham Van Dong, a quien el primer ministro soviético, Alexei Kosiguin, en un encuentro mantenido ayer y donde se reclamó el fin de la interferencia y las provocaciones armadas con Vietnam, Laos y Campuchea, reiteró la solidaridad de la URSS,«según el deber internacionalista» y el tratado que vincula a los dos países.

También se encuentra en Moscú Datuk Hussein Bin Onn, primer ministro de Malasia -país que, con Tailandia, Indonesia, Singapur y Filipinas, integra la ASEAN (Asociación de Naciones del Sureste Asiático), que ha condenado tajantemente la intervención vietnamita en Campuchea, a quien Kosiguin ha solicitado apoyo para los «pasos positivos» con que Vietnam, según Moscú, ha documentado su disposición para mantener relaciones amistosas con todos sus vecinos.

Pero Hussein Bin Onn, en un clima de «franqueza y comprensión mutua» -fórmula diplomática que desvela serias diferencias-, ha desplegado ante sus interlocutores soviéticos la ansiedad creciente que los países de la ASEAN sienten ante las actuaciones militares de Vietnam, apoyado por la URSS, en Indochina. Teniendo en cuenta que, tarde o temprano, el conflicto de Indochina, que amenaza siempre provocar un choque frontal y no meramente político o de propaganda entre Pekín y Moscú, tiene que salir en las conversaciones, este telón de fondo de su apertura es del mayor interés.

Las conversaciones para mejorar, y si es posible normalizar, las relaciones a nivel estatal entre la URSS y China -sin referirse en absoluto al enfrentamiento ideológico, que como han repetido ambas partes en todos los tonos y niveles, prosigue en toda su fuerza-, surgieron como iniciativa china el 3 de abril, cuando Pekín hizo la correspondiente propuesta, al anunciar su intención de no prolongar ni renovar el tratado de amistad, alianza y asistencia mutua por treinta años, que expira en 1980.

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Nadie duda de que las conversaciones serán largas y erizadas de dificultades, y que los progresos, si se logran, serán muy lentos. Incluso en cuestiones de mero procedimiento, como la propuesta china de que tras la primera ronda en Moscú las negociaciones continúen alternativamente en ambas capitales, no hay aún acuerdo. Esta primera ronda negociadora se calcula, según fuentes chinas en esta capital, para mes y medio por lo menos.

Los propios dirigentes de Pekín muestran últimamente un enorme escepticismo hacia los resultados de las negociaciones. En cuanto a los soviéticos, que sólo se decidieron a aceptar en firme la propuesta china en vísperas de la cumbre Brejnev-Carter, de mediados de junio, siempre han mostrado singular escepticismo respecto a estas conversaciones y han lanzado duros ataques a la política china.

Se trata, en cualquier caso, de la primera vez en que, ante la proximidad de negociaciones o contactos entre Moscú y Pekín, no se ha respetado la habitual tregua en la «guerra de papel» entre Moscú y Pekín.

La inquietud soviética está abonada por acontecimientos recientes, como el viaje a China del vicepresidente de Estados Unidos, Walter Mondale, donde a más de ofrecer generosa ayuda -los 2.000 millones de dólares sentaron aquí como puñalada-, hizo declaraciones que merecieron de los medios soviéticos los comentarios más acerbos, en especial el discurso de la Universidad de Pekín, en que descubría la comunidad de estrategia e intereses entre China y Estados Unidos.

Ayer mismo, la víspera de la llegada de la delegación china, el órgano central soviético, Pravda, asegura que «existe una decidida solidaridad en los designios y acciones de Estados Unidos y China.

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