_
_
_
_
_

Fuerte incremento del contrabando de ganado en la frontera hispano-portuguesa

Según informaciones recogidas del consulado general de España en la localidad portuguesa fronteriza de Elvás, las autoridades españolas y portuguesas han sido alertadas últimamente acerca del incremento del contrabando de ganado a ambos lados de la frontera. El negocio está tomando tales proporciones que ciertos individuos no dudan en realizar auténticas expediciones nocturnas contra las ganaderías cercanas a la frontera para. robar reses de preferencia vacas y terneras, ovejas y carneros destinados al matadero- que son luego encaminadas para el otro lado de la frontera.

Cuando se conocen las características de esta extensísima frontera terrestre y el carácter marcadamente rural y ganadero de las regiones fronterizas, se comprenden las facilidades ofrecidas: a veces, las explotaciones cabalgan la abstracta línea divisoria y hasta, sin quererlo, los rebaños la atraviesan para pastar. Aprovechada por los contrabandistas, la situación puede dar lugar a escenas jocosas: las reses son traídas en camiones, a veces desde muy lejos, pero apeadas junto a la frontera, que cruzan solas, únicamente acompañadas por los perros instruidos para el efecto. Puede imaginarse el embarazo de una pareja de guardias civiles o de guardas fiscales colocados frente a la alternativa de hacer la vista gorda o de transformarse en pastores improvisados para restituir el ganado a su país de origen, a pesar del sabotaje activo de los perros.Pero es forzoso abandonar el tono festivo cuando el negocio pasa a manos de individuos sin escrúpulos y dotados de poderosos medios económicos, que no dudan en hacer peligrar la salud pública. Es lo que parece verificarse últimamente entre España y Portugal.

Hace tiempo que la prensa portuguesa alertó a las autoridades acerca de un tráfico bilateral, de millares de reses y que ya no tiene nada que ver con el afán de los pequeños agricultores de aprovechar los cursos momentáneamente más altos del país vecino.

Las restituciones de propiedades en curso en el sur de Portugal han hecho entrar a los antiguos propietarios en posesión de numerosos rebaños que muchos de ellos no están en condición de explotar directamente. Es muy fuerte la tentación de deshacerse de este ganado en provecho de intermediarios españoles, que ofrecen la ventaja de pagar en divisas que pueden ser depositadas en el extranjero. El negocio ha sido detectado, y derecha e izquierda portuguesa se limitan a divergir sobre sus instigadores: para la primera, son los trabajadores de las unidades colectivas que despilfarran el capital de que se han apoderado, para la segunda, es más un episodio del sabotaje económico de los latifundiarios.

El movimiento de España hacia Portugal es motivo de otra circunstancia: con el fin de estimular la mejoría de la ganadería nacional, convenciendo los agricultores portugueses de ordenar el abate de las reses enfermas o deficientes, las autoridades portuguesas han establecido una subvención de noventa escudos (cerca de 120 pesetas) por kilogramo de carne considerada impropia al consumo por las autoridades sanitarias de los mataderos. El negociante español, que después de comprar a un precio irrisorio, reses enfermas, consiga hacerlas pasar la frontera portuguesa, para venderlas a un colega portugués que se encargue de presentarlas al matadero como compradas en Portugal, está asegurado de hacer una operación muy lucrativa. La huelga de los carniceros portugueses, iniciada en noviembre, ha venido a complicar más el panorama: los comerciantes, para protestar contra la insuficiencia de las márgenes de comercialización legalmente autorizadas para la carne fresca de bovino, han dejado de comprar otras reses que las vendidas por el organismo estatal regulador del mercado (Junta Nacional de Productos Pecuarios) que sin embargo no mata más del 10% de la carne consumida por una ciudad como Lisboa. Hace tiempo que en la carnicería de la capital no debería venderse más que carne congelada y, sin embargo, la falta de carne fresca no se ha hecho sentir aún de manera brutal.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_