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Tribuna
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El mejor

En la historia del fútbol, rica en porteros legendarios, el más célebre, cuya fama se ha mantenido, ha sido, sin duda, Ricardo Zamora. Fue internacional desde 1920 a 1936 y disputó un total de 46 encuentros con la selección. Se decía de él que tenía dotes mágicas, que hipnotizaba a los delanteros, que telepáticamente les hacía disparar hacia un determinado lugar. Probablemente todo era leyenda. La magia de Zamora residía en que era un portero de excepcional bravura y un portero de temple. Su intuición le permitía lanzarse hacia el lugar adecuado.Zamora fue un futbolista de grandes dotes atléticas, lo que le permitía salir con el balón de entre sus adversarios en rápidos quiebros. Su facilidad para anticiparse al remate era prodigiosa.

Zamora era un portero que sabía mezclar la sobriedad con el gesto genial. Los críticos de su época la consideraron el mejor del Mundial de 1934. Todas las páginas deportivas de los periódicos de hoy mantendrán la tesis de que fue superior a los Planicka. Combi, Grosics, Yashin, Maspoli y cuantos han figurado en las selecciones ideales de cada Mundial.

Zamora fue superado en España- por Iríbar en el número de actuaciones internacionales, pero sin pecar de inmodesto hubiera podido decir hasta su muerte aquello de «detrás de mí, nadie».

Ricardo Zamora creó escuela en el mundo, y la admiración que por él sintieron sus coetáneos es la misma que guardan quienes ni siquiera pudieron alcanzar a verle jugar. Zamora no ha sido un mito creado por los medios de difusión, supo ganarse una justificadísima fama a nivel internacional. La mayor prueba de su innegable calidad la dará hoy el hecho de que en todos los países del mundo su muerte será titulada así: «Ha muerto el mejor portero de la historia. »

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