_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Bernabéu, esa institución

Ser presidente de algo, de cualquier entidad, durante 35 años, es una noticia insólita para los tiempos que corren, en especial si aún se continúa en el cargo. Dificilmente se puede dar un caso así, y si pasado 1975 no es un espejismo, es que sólo caben en él dos protagonistas: Bernabéu y el Real Madrid.Santiago Bernabéu pasará a la historia, con todo merecimiento, como uno de los personajes más populares en España a partir del segundo tercio del siglo XX. La Federación Española de Fútbol le ha impuesto ahora su medalla de oro, una más en su historial. ¿Hacía falta? El «mito» Bernabéu está por encima de la «medallitis» existente en este país, que un buen día se acuerda de que más vale tarde que nunca para quedar bien. Tal vez sea, además, porque con Porta la Federación es ahora más Federación y el Madrid es ya sólo el Madrid, para ser homenajeado sin suspicacias.

Del Real Madrid se ha asegurado que ha sido e equipo del régimen anterior. Desde su posición privilegiada, con sus seis copas de Europa como bagaje, tenía que serlo. Su «formación» nunca ha resultado precisamente democrática. Pero su dictadura ha dado los mejores frutos, y por algo será que en muchos países del mundo, los más alejados, se asocia únicamente lo español con el «Real» de los Di Stéfano, Puskas y compañía.

Pero los tiempos han cambiado -malas rachas incluidas- y de ahí que el único error de Bernabéu haya sido siempre su desmesurado madridismo. Aunque es de admirar la fidelidad de un hombre a unos ideales, cabe censurarle no haber visto que por tratarse del Real Madrid no siempre se tiene razón. Pero ese es el fruto inexplicable del «apasionante» fútbol, al que ha dedicado su vida con un desprendimiento y honestidad ejemplares.

Bernabéu es un gran hombre, un hombre bueno, que dejará huella de su paso por esta vida. Sólo de eso debe estar orgulloso, medallas aparte; porque se le recordará como una institución. El día que falte, el Real Madrid será mucho menos Real Madrid.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_