La carrera alrededor del mundo rebasó el cabo de Hornos
La Copa América es la primera prueba del mundo en el sistema de desafíos -carreras de un barco contra otro- y a la vez la más técnica. La Admiral's Cup británica está considerada como la más completa, y la carrera alrededor del mundo, organizada por la Royal Navy Salling Association, la «reina» de las largas distancias. Los barcos, en efecto, que deben tener en cuenta su eslora y características para ganar en tiempo compensado, tienen a la vez que ser lo suficientemente grandes para navegar sin dificultades con mar fuerte y que sus tripulaciones puedan vivir con cierta comodidad. Al tratarse de cuatro etapas, cada una de más de 10.000 kilómetros y sin escalas, salvo imponderables, el estado físico de los hombres resulta fundamental.
Caídas mortales
Los barcos, como «lujos» especiales, llevan nevera y calefacción. En total, para cuarenta días de cada etapa y diez hombres de tripulación como término medio se utilizan dos toneladas y media entre alimentos y agua dulce. La calefacción, especialmente en las etapas segunda y tercera, es imprescindible al bajarse a latitudes con temperaturas entre los cero y diez grados bajo cero. Precisamente con este frío la caída de hombres al agua es casi siempre mortal y en la primer edición de la carrera -que ganó el mexicano Sayula, hace cuatro años- hasta tres perdieron la vida. La frialdad del agua termina en algunos minutos con el náufrago antes de que el velero, sin la suficiente rapidez, pueda dar la vuelta para rescatarle. En esta ocasión, con más precauciones, no ha habido víctimas, pues un tripulante del Great Britain II cayó en la primera etapa, pero el Atlántico, de aguas más cálidas, permitió su recogida.Los problemas en una prueba de este tipo, sin embargo, son siempre múltiples. En la primera etapa, Portsmouth-El Cabo, un tripulante del Japy Hermes francés sufrió cólicos nefríticos y el barco hubo de aproximarse a la costa brasileña dejándolo en un barco militar brasileño cuando pensaba ya recalar en Recife. Al encontrarse luego con vientos contrarios llegaría a El Cabo el último, quince días después del ganador, el holandés Flyer, uno de los barcos más pequeños -19,9 metros- y que iba a superar después de 39 días de navegación por sólo dos horas al británico Kings Legend - 19,8-, casi lo mismo. Este, aparte de los problemas económicos que se le iban a plantear después -sólo gracias a un mecenas pudo zarpar de Auckland-, debió luchar en pleno Atlántico con una vía de agua que obligó a sus tripulantes a achicar diariamente más-de cincuenta litros de agua.
Otros dos barcos rezagados en su llegada a El Cabo, y que sólo lohicieron antes que el Japy Hermes, fueron el 33 Export, también francés -segundo más pequeño, con 18,3 metros- y el británico ,Heat Condor, el más grande junto al Great Britain II, ambos con 23,5. El barco galo tuvo una avería en el aparejo y gracias a la rapidez de la asistencia de la casa patrocinadora -una fábrica de cervezas- sólo permaneció cinco horas en Madeira.
Cada barco, según el reglamento, va provisto de un emisor receptor con cuatro frecuencias y capaz de enlazar con estaciones terrestres en un radio de 3.600 kilómetros. Es obligatorio llamar dos veces por semana al centro organizador de Londres mediante enlaces para dar la posición y los barcos entre sí pueden comunicarse dos veces al día, mañana y tarde. La organización, para evitar suspicacias de posibles «espionajes», sólo facilita a la prensa los datos uno o dos días después.
Sin noticias del 33 Export, se temió por su suerte hasta la llegada a El Cabo. Se pensó de todas formas en dicha avería, pues la etapa, salvo su pesadez por el tráfico de la zona y las nieblas, fuefácil, con buen tiempo. El gran problema residió en evitar las zonas sin viento en la ruta más cercana a la costa.
Tormenta
En la segunda etapa, El Cabo-Auckland, comenzaron las dificultades. Ya en ese momento, tras los ocho días de descanso como mínimo -para los últimos llegados-, hubo cambios en las tripulaciones. El británico Adventure, por ejemplo, financiado por la tres armas del Ejército y el 25 % del sueldo de cada soldado, se renovó al completo como en cada etapa. En el Great Britain II, como en el B & B Italia, seguían los dos únicos españoles participantes, Gutiérrez Zulueta y Vidal Paz. El primero, como todos los tripulantes, debió pagar 4.000 libras -más de 600.000 pesetaspor la aventura. Su barco es el único sin mecenas, que normalmente debe poner en cada caso más de diez millones de pesetas.Tras salir de El Cabo el 25 de octubre, y a través del Océano Indico, por primera vez los barcosdescendieron al sur del paralelo cuarenta. Por un anticiclón excepcional en la zona y en la época hubo calma hasta que una tempestad al sur deTasmania afectó a muchos barcos. El B & B Italia perdió parte de su aparejo y tuvo que ir a Hobart. Después rompería el timón. El Tratado de Roma, el barco más pequeño - 15,6 metros de eslora, patrocinado por la CEE-, estuvo a punto de chocar con un iceberg con vientos superiores en ese instante a los cien kilómetros por hora. Bajando hasta el paralelo cincuenta los barcos tienen siempre mejores vientos para navegar, pero también más peligros. En Auckland ganó esta vez Heath Condor, en tiempo real -un mes-, gracias a su mayor envergadura, por delante del Great Britain, pero King's Legend y Flyer se clasificaron a continuación. El británico superó, tras 41 días, al holandés en 73 minutos, y por ello, después de 29.000 kilómetros y 1.700 horas de navegación, ambos barcos encabezaban la general separados por sólo 46 minutos y 49 segundos a favor del Flyer. La etapa Auckland-Río, que estáa puinto de terminarse, puede por ello ser decisiva. En tiempo compensado se impuso el 33 Export, seguido del Tratado de Roma -pese a sus problemas-, Kings Legend y Flyer.
en Tasmania
De todas formas, si en la segunda etapa las dificultades al navegar tan al sur fueron ya muchas, en la tercera, con el cabo de Hornos situado a los 55º58', mumás. Siempre con viento a favor de Oeste a Este los participantes cruzaron el Pacífico -8.000 kilémetros- para bajar hasta la punta más austral del mundo. Su celebridad es notoria. A menos de mil kilómetros de la Antártida, separado de ella por el canal de Drake, es el único lugar del Globo donde la mar pasa sin encontrar ningún obstáculo. Debido a ello, y a que el viento rebotado en los Andes resbala hasta esta única salida, por muy buen tiempo que haya, siempre existe oleaje. Con cualquier pequeña tempestad, vientos huracanados y olas de quince a veinte metros son normales. Además, existe el peligro permanente de los icebergs y hasta de las ballenas. El Gauloises II, otro barco francés, tercero en la clasificación de tiempo compensado), chocó con una de ellas, pasando graves apuros. Ushuaia, población más meridional en la Tierra de Fuego alberga aún a cazadores de estos cetáceos en extinción:
El cabo de Hornos es, en reafidad, un islote de cuatrocientos metros de altura sin vegetación al Oeste por el azote del viento constante y con la casi «lunática» apariencia de la zona al Este. Fue bautizado por su descubridor, el holandés Williem Schouten cuando buscaba un paso más meridional que el estrecho de Magallanes para entrar en los «mares del Sur». Tanto Magallanes, el 21 de octubre de 1520, como su continuador Juan Sebastián Elcano, primero en dar la vuelta al mundo, o Schouten, hicieron la ruta al revés que los dieciséis participantes en la carrera actual.
De cualquier forma, si entonces, hace cuatro siglos, la gesta de aquellos navegantes fue una gigantesca aventura ante lo desconocido, ahora tampoco ha dejado de serlo en cierta medida. La diferencia, quizá, sólo estribe en polémicas como la que aún rodea al Pen Duick VI del francés Eric Tabarly, participante sólo desde Auckland. Son los precios de los «nuevos tiempos competitivos». Ha ganado ya en tiempo real la etapa Auckland-Río, entrando en la bahía de Copacabana, pero corre el peligro de ser descalificado por utilizar una quilla de uranio emprobrecido, menos pesada que las normales. El mantiene que se construyó así el barco cuando los reglamentos aún lo permitían y que éstos no deben afectarle ahora. Evidentemente Magallanes y los suyos no pensaban en esas cosas.
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