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Tribuna:Madrid, problemas y vías de solución / 2
Tribuna
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Amplios cauces para una participación ciudadana

Director general de UrbanismoEl suelo calificado como urbanizable se ha atesorado en Madrid y sólo se ha urbanizado con cuentagotas por lo rentable de su retención especulativa. Arrparándose precisamente en esa ausencia de suelo urbanizado, surgieron fuertes presiones de grandes promotores privados para que se aprobaran sobre suelo rústico operaciones conjuntas de calificación-urbanización generadoras de fuertes plusvalías; operaciones que, casi invariablemente, también buscaban justificarse en el paro obrero, el déficit de vivienda, el desarrollo de pequeños municipios, etcétera.

El fuerte movimiento especulativo en parte se apoyó y en parte indujo el que no hubiera planeamiento urbanístico, y el que, donde lo había, se incumpliese, con innumerables infracciones de la qormativa urbanística y de sus formas de gestión. El sector privado ha sido el gran protagonista de la creación del medio urbano, viéndose muy reducido el papel de una iniciativa pública inhibida.

En las zonas ya consolidadas, en el casco de Madrid, este protagonismo y esta inhibición se tradujeron en una acelerada sustitución de usos residenciales por usos de oficinas y comercio, por un creciente ritmo de demoliciones, por un cambio radical de las funciones del centro urbano y una casi total despreocupación con el diseño y la calidad de los espacios y de la esce na urbana.

En los últimos años se han empezado a dar pasos para frenar esta situación y sentar las bases de la futura ordenación del territorio. Se ha conseguido dotar de, al menos, un mínimo de planeamiento urbanístico a la mayoría de los municipios de la provincia. Se ha conseguido reducir sustancialmente, aunque no eliminar, la indisciplina urbanística. Se han desarrollado estudios sobre la problemática madrileña y sobre su probable evolución. Se ha redactado una serie de planes tendentes a evitar que se agraven las situaciones actuales en cuanto a agresión del medio físico, infraestructuras básicas, etcétera, y se ha puesto en marcha un proceso de planeamiento tendente a definir opciones o alternativas que se le plantean a Madrid y a elaborar su futuro Plan General de Ordenación, revisando el actualmente vigente que data de 1963.

Para cambiar la situación, para cambiar radicalmente las tendencias actuales, para superar la enorme inercia de una gran metrópolis, es preciso instrumentar un amplio conjunto de medidas y es preciso romper la alineación del ciudadano hacia el urbanismo, sacando a éste de su aislamiento y abriendo amplios cauces para una clara y decisiva participación ciudadana.

Es esencial clarificar y definir el papel del sector público en la creación del medio urbano. El sector público no puede ser un simple espectador o legitimador de la iniciativa privada. Es necesario clarificar la política urbanística a seguir en la provincia. Y es aún más necesario definir e instrumentar una política de suelo que se enfrente con la especulación, reduzca los costos y haga que redunden en beneficio de la sociedad las plusvalías generadas por el proceso urbano.

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Es necesario concebir a Madrid como parte del sistema urbano, demográfico y económico de la región centro, clarificando su papel dentro de esta región y el de la región dentro del conjunto del país. Es necesario contemplar de una forma integrada la ordenación del territorio, el desarrollo urbanístico, la creación de las grandes infraestructuras y la preservación y potenciación del medio ambiente, coordinando las distintas acciones ejecutivas en cada uno de estos sectores. Es necesario dotar a Madrid, a su metrópolis, de medios adecuados para desarrollar una labor urbanística eficaz. Una oficina de planeamiento y urbanismo no es sólo una necesidad administrativa; es una necesidad real de toda ciudad que pretende dar respuesta adeguada a las necesidades y deseos de su población.

Es necesario reconocer los cambios fundamentales que habrán de presidir el futuro desarrollo de Madrid y desmontar algunos de los mitos actuales. El refuerzo de las autonomías regionales, la reducción de los desequilibrios entre distintas partes del país, la potenciación de ciudades medias, alternativas a las grandes metrópolis actuales, han de reducir, si tienen éxito, el enorme costo social que representa movilizar cientos de miles de personas cada década a través de los procesos de emigración. Será la ciudad en sí, y no su crecimiento, la que habrá de ocupar un papel dominante en las preocupaciones urbanísticas. Será necesario que a través del planeamiento y de la actuación urbanística se recupere esa periferia incompleta de Madrid, integrándola plenamente en la vida urbana. Para ello será necesario cubrir sus déficit actuales en todo tipo de equipamientos, favorecer y apoyar un transporte público de mayor calidad, establecer acciones correctoras que tiendan a un mayor equilibrio funcional y a una mayor diversidad de opciones dentro de cada zona. Será necesario eliminar las condiciones de marginación, tanto de vivienda como de empleo, en que viven decenas de miles de familias madrileñas.

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